Mientras la derecha vive con placentero alborozo la llegada de un nuevo hermanito, la izquierda se desangra en su eterna lucha familiar. Juego de Tronos, la serie favorita de Pablo Iglesias, es un sencillo cuento para niños comparado con el serial de Podemos. Se cuenta que en los pasillos de la sede del partido, resuena constantemente el grito: "¡Santo y seña!", y que sea cual sea la respuesta la orden es disparar.

Como ustedes entenderán, si la situación es difícil de entender, más difícil aún es de explicar. Pero simplificándolo mucho mucho, podría decirles que todo se resume a que hay algunos, cada vez más, que piensan que Pablo Iglesias se ha convertido en un problema grave para conseguir los objetivos propuestos; y otro grupo, el oficial, que está convencido de que sólo haciendo piña con el secretario general es posible salvar los muebles en las cada vez más cercanas citas electorales.

Una de las pocas certezas que nos puede ayudar a entender lo que ocurre, es la de que Pablo Iglesias lleva muy mal lo de compartir posados. Digamos que es más bien de selfie unipersonal.  A Errejón le divertía mucho la travesura de aparecer en la foto sin que nadie se lo pidiera, y eso le costó tener que irse a un internado de la Comunidad de Madrid. Algo parecido le sucedió a Carolina Bescansa, con el agravante de que en este caso al llegar al colegio gallego descubrió que papá se había decidido por otro hijo y que no había plaza para ella. Lo que no esperaba Pablo es que la abuela Carmena, a la que siempre ha mirado con desconfianza, acogiera en su hogar a todos aquellos que él iba echando de la residencia familiar. 

Y echando echando, hemos llegado hasta el día de hoy en el que incluso los que son del grupo del secretario general, como Ramón Espinar, han decidido irse no vaya a ser que les toque apagar la luz. En política las evidencias son escasas, pero en el caso de Podemos hay una que encuesta tras encuesta se reafirma: Pablo Iglesias tiene una muy baja valoración entre los votantes. Errejón y Bescansa hace mucho tiempo que llegaron a la conclusión de que ganar con alguien que la mayoría de los españoles no quiere que gane no sólo no puede ser, sino que además es imposible. Pero ya saben ustedes lo mucho que le ponen a la izquierda las causas imposibles. Y el tripartito de derechas con el cuchillo entre los dientes preparado para el abordaje.