Todos preocupados por el efecto Feijóo y al final lo importante va a ser el defecto Sánchez. El presidente es un gigante tembloroso. Tanta ampulosidad, tanta gravedad, y de puertas para adentro: Puro pepegoterismo. Todo lo que gana en Europa lo pierde en casa. La última: el delirio del Gobierno tras constatarse el caos que ha supuesto la Ley Orgánica 10/2022 de garantía integral de la libertad sexual. De esto sí que se habla en el metro y en los autobuses, y no del CGPJ.

A la espera de que Pedro Sánchez cese a Irene Montero, por su incapacidad y su soberbia, escucho algunas declaraciones de la Corte de Podemos; por supuesto, alabando a la ministra y salpicando de estiércol a los demás. Uno de los más enfáticos, Pablo Echenique, escribía hace unos días el siguiente tuit, que dejé guardado para comentar algún día por aquí. Y a ello voy. Decía: "¡¿Pero qué dice?! Ya es imposible distinguir si está diciendo una salvajada ultraneoliberal o una gilipollez sin sentido. Pensar que los poderes mediáticos nos vendieron que este era el listo, el solvente y el buen gestor, ¿eh?". Se refería a Alberto Núñez Feijóo. Ya les funcionó con Pablo Casado, esto de llamar tonto a un rival político. Y aunque Casado terminó defenestrado en el Partido Popular, por la mala gestión en sus luchas intestinas, creo que ni Feijóo ni él son paradigma de la ignorancia, como sí ha demostrado, por cierto, su compañera de partido. Se cuestiona el valor de los rivales políticos, mientras los colegas íntimos sacan de la cárcel a violadores y abusadores por torpeza legislativa e irresponsable vanidad. Esto debe ser la nueva política, sí.

Alberto Núñez Feijóo será el próximo presidente del gobierno de España. No será un camino fácil, pero el PSOE está intentando allanarle el camino. Me dan ganas de decirle a Pedro Sánchez lo que Alfredo Di Stéfano le dijo al portero del equipo que entrenaba: "No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera". Entre síes, sediciones, malversaciones y Españas a dos velocidades, el PSOE está dilapidando una legislatura que va a terminar entre el confeti y el desconcierto, como las buenas fiestas. Tanto boato, tanto dinero para este circo triste de egos y lentejuelas desprendidas del esmoquin. Feijóo tiene experiencia en el gobierno, tiene un partido polifónico y tiene una seriedad que no es impostada. Él, a diferencia de Sánchez, la lleva de fábrica. No es un cascabel el gallego, no, pero vivimos tiempos de adultez y no de carcajadas y buen rollo, a costa del erario público, por las calles de Nueva York.

El Partido Popular se está haciendo fuerte en las autonomías en las que aún no gobiernan. Mientras esta izquierda a la deriva sigue saqueando su propio talento, sigue prescindiendo de las voces críticas, sigue desoyendo los consejos y lanzándose a esa delirante bacanal de sí mismos, el PP está reorganizando un partido herido tras la marcha de Casado. Frente a la impostura, humildad. Frente al brilli-brilli, cierto decoro institucional.

Luego llegarán las urnas, que esas no perdonan, y vendrán los ays. El gobierno más progresista de la historia no sabe legislar, no sabe escuchar, trabaja a ratitos y vende España por un puñado de apoyos parlamentarios. Este Feijóo, al que llaman incapaz en algunos pogromos tuiteros encabezados por Echeniques y compañía, tendrá para entonces dos mayorías absolutas sorprendentes, la reciente de Juanma Moreno en Andalucía y la próxima de Isabel Díaz-Ayuso en Madrid. Este tándem sólo es posible en un partido como el Partido Popular, un bloque heterogéneo, particular y donde se prima el arrojo frente al servilismo y el peloteo. Moreno encarna la moderación, el apocamiento, el regionalismo moderno. Ayuso encarna la provocación, el choque frontal y el liberalismo exacerbado. Ambas realidades sobreviven en Feijóo, porque de ambas sacará rendimiento político cuando su nombre encabece las papeletas.

Así es el futuro: Severo y rápido. Irene Montero, a la culminación de este artículo, no ha dimitido. Y tampoco la han cesado. Mientras los grandes hombres y las grandes mujeres de la izquierda española auténtica, de la gauche pata negra, de los libertadores de la opresión mundana, siguen batallando contra fantasmas; Feijóo ha anunciado que recorrerá España para escuchar a sus bases. "Me han acusado de todo menos de las Guerras Púnicas, porque era demasiado pequeño", dijo Giulio Andreotti. El gallego va por el mismo camino. Podemos tiene el cuerpo en el gobierno y la cabeza en la oposición y el PSOE tiene la cabeza en el gobierno, pero el cuerpo… ya me entienden. PSOE y Podemos bailan en mitad de la pista, pero la música ya no suena y están las luces encendidas. Los camareros rellenan las neveras y pasan los escobones. Amanece fuera. La suerte, a estas alturas de la madrugada, ya está echada.