Se ignora la participación de la ciudadanía, se ignora el debate público, incluso el debate parlamentario, se esconde información básica, se pactan en secreto decisiones fundamentales para nuestro futuro. Sólo se nos requiere cada cuatro años para meter un papel en una urna y, en medio, si protestamos demasiado, se nos reprime, y cada vez con mayor dureza y mayor aun si gobierna la derecha, ya lo hemos visto con CiU y lo veremos con el PP que ya va calentando el ambiente contra los disidentes: camisetas verdes, listas de “insumisos”, criminalización de la huelga, represión a palos en Barcelona y petición de más policía en Madrid, etc.

Ya no se trata sólo de las medidas económicas. La democracia es una costumbre, un hábito, y cuando se pierde y se aprende que gobernar de espaldas a la ciudadanía, a cualquier atisbo de debate público, es mucho más cómodo, es cuando los ciudadanos tenemos que alzar la voz. La democracia es participación activa, es información veraz y trasparente, es debate público y democrático. Estamos en una evidente marcha atrás en todas esas cuestiones. Se ha reformado la constitución en un punto fundamental y se ha hecho casi en secreto y de un día para otro; se nos ha metido en el escudo antimisiles de la misma manera, en secreto, de tapadillo y sin ni siquiera la posibilidad de un debate parlamentario que, al menos, posibilitara el debate social y el acceso a la información. (Y no nos engañemos, esta prisa con el escudo antimisiles tiene que ver con las revueltas árabes. EE.UU teme que alguna se desmande y tenga que intervenir “a poner orden”); se ha reformado la ley electoral, también sin debate, para dificultar que los partidos nuevos puedan presentarse; se propone reformar el número de diputados de manera que podemos temernos que se reduzca aun más la representatividad electoral, de por sí escasa; la democracia interna de los principales partidos es inexistente…

Así que los mercados mandan en lo económico, que es lo más importante, toda la política depende de ello; pero en donde no mandan los mercados tampoco se respetan reglas de juego verdaderamente transparentes y participativas. Parece que los debates, la toma de conciencia y de posición de la ciudadanía molesta, es algo a evitar. La consigna parece ser que cuanto menos se hable de política fuera del parlamento, mejor. Y sin embargo se están tomando decisiones políticas que van a empeorar nuestras vidas de forma permanente y que nos están arrebatando derechos conquistados muy duramente.

La desafección hacia este sistema es evidente. Lo malo es que esto es muy peligroso porque cuando la gente percibe que la democracia no sirve para nada se corre el riesgo de que, efectivamente, alguien lo diga en voz alta y esto,  unido al deterioro del nivel de vida y a la pérdida de derechos, haga que se termine confiando en soluciones todavía menos democráticas y mucho más opresivas que lo que tenemos. Hay experiencias de sobra en este sentido.

Lo bueno es que para recoger este descontento en esta ocasión hay un movimiento social de inspiración democrática, participativa y pacífica que está recorriendo el mundo con un clamor de indignación y con una llamada responsable a un levantamiento cívico y pacífico; un movimiento que exige que la capacidad de decisión vuelva a manos de la ciudadanía y que no se retroceda en lo conseguido. Es nuestra vida la que está en juego. El Sábado 15 de Octubre hay muchas razones para salir a la calle.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)