Estos días, las manifestaciones representativas del sentimiento franquista han tenido un protagonista destacado, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, en el desayuno informativo de Nueva Economía Fórum. La agresividad combinada con un nerviosismo impropio de un dirigente de su calibre, le llevaron a un desliz de esos que quedan en el recuerdo. “El próximo 10N vamos a inhumar a Pedro Sánchez de la Moncloa”, vino a decir, confundiendo la palabra exhumar con inhumar.

Hoy es un día de alegría para los demócratas. Se cierra uno de los capítulos más representativos de una etapa nefasta. Aquello que inició el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero con la Ley de Memoria Histórica y con la propuesta de la comisión de expertos impulsada por su Gobierno, culmina hoy con la exhumación y el traslado de los restos del dictador Franco fuera del Valle de los Caídos, un monumento que es una vergüenza nacional.

No son pocas las voces que se alzan por uno u otro motivo contra la exhumación. Por un lado, las esperables, las de los franquistas, que se escudan en eufemismos o excusas sobrevenidas. Son los nuevos falangistas, que, gracias a la excesiva tolerancia de las fuerzas del orden, se dan el lujo de incumplir leyes vigentes, exhibiendo símbolos preconstitucionales y dando vivas al dictador. Seguramente, no se reprime por cuestiones de seguridad, para que esto no vaya a más, pero al final la humillada es la democracia española.

Por otro lado, están los que acusan al Gobierno de hacer esto por electoralismo. Una acusación del todo infundada, toda vez que el momento ha llegado después de innumerables postergaciones, ninguna de ellas interpuesta por el presidente del ejecutivo, Pedro Sánchez. La primera postergación, la madre de todas, fue la del Gobierno de Mariano Rajoy Brey. Éste guardó en un cajón, durante siete años, un documento elaborado por expertos, que había encargado el anterior presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. Nunca fue desarrollado. Después, fueron los sucesivos recursos presentados por la familia del dictador, que también quedaron. Por último, se ha esperado a conocer la Sentencia del Tribunal Supremo.

Queda mucho por hacer, porque en Cuelgamuros quedan miles de cuerpos de víctimas de los golpistas junto al de otros verdugos. Como José Antonio Primo de Rivera que, para Javier Ortega Smith, fue “uno de los hombres de la historia de España”, que “se enfrentó a los enemigos de la patria”. Pero se ha dado el primer paso, el más importante, el que pone a España en el lugar que le pertenece, a la altura de las democracias occidentales.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com