Todos los días son días de algo. Es una forma contemporánea de recordar causas, personas, sucesos históricos…Los “días de”, las conmemoraciones, siguen siendo necesarias en cuanto visibilizan y recuerdan los problemas sobre temas concretos y sus necesario debate.  Este uno de diciembre ha sido, un año más el Día Mundial de la lucha contra el VIH/Sida

Mucho se ha avanzado desde que en los ochenta y noventa, alentado por el miedo y los grupos de extrema derecha y ultrarreligiosos se le llamaba a esta enfermedad “el cáncer gay”, y se pretendía vender como una especie de maldición bíblica. El tiempo acabó demostrando que no era una cuestión de orientación sexual, aunque hubiera prácticas de riesgo en contagio más acentuadas y que, desde luego, los credos no hacían más que demostrar, una vez más, su falta de humanidad, de conocimiento científico y de respeto, con excepciones.

La Madre Teresa de Calcuta, por ejemplo, hoy Santa Teresa de Calcuta, aguantó estoica la recriminación del papa Juan Pablo II, un poco menos santo para mí, por repartir preservativos entre las prostitutas y, ante la amenaza de excomunión, ella le contestó “haga lo que deba, santo padre, pero es a mí a quien se le mueren estas mujeres entre los brazos”. Figuras muy destacadas ayudaron a visibilizar esta enfermedad.

El actor Rock Hudson, a su pesar, fue la primera imagen pública de esta pandemia.  También el cantante Freddie Mercury, vocalista del grupo Queen, que declaró públicamente que padecía esta infección vírica de la que moriría pocos días después. Hoy, afortunadamente, la medicina ha conseguido importantes avances en tratamientos, con los antirretrovirales, que la han convertido en una afección crónica y no mortal como entonces.  Se abren nuevas e importantes vías de investigación en una enfermedad que se suponía incurable, y que hoy sabemos, gracias al caso del llamado “Paciente Berlín”, que es posible curar, con una mezcla de quimioterapia y trasplante de médula, según se ha constatado en los enfermos que necesitaron por una afección añadida de leucemia, esta intervención.

También que hay un grupo de población de un 5% que resulta inmune a dicha infección por la inexistencia en su código genético y en sus células, de una proteína que necesita el virus para entrar e infectar las células humanas. Todo esto, aún en investigación, abre la puerta a la posibilidad de una cura, y nos es la única vía abierta.

Hoy, sin embargo, hay otras cuestiones que necesitan ser inmediatamente abordadas para hacer dignas, respetadas y constitucionalmente protegidas las vidas de los seropositivos. La discriminación laboral a la que han sido sometidos, hasta hace poco, no pudiendo desempeñar ninguna labor pública, ni como militares, ni como docentes, funcionarios públicos, ni siquiera administrativos, han llevaron a muchos de estos enfermos a la exclusión laboral y social, a la marginación, e incluso al chantaje o la mentira en según que ámbitos laborales. Se pusieron en marcha medidas al respecto. El Gobierno recogía así el desafío que supuso la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas aprobada en junio de 2016 en la que señalaba claramente qué hacer frente a la discriminación y al estigma es un elemento fundamental en la respuesta a la infección. 

Hay sin embargo aspectos que deben ser regulados de una manera más clara. Algo que atañe al derecho a la intimidad, muchas veces vulnerados y usados como arma de descrédito, maledicencia y perjuicio al honor,  a la propia imagen, y que tiene repercusiones a nivel emocional y profesional en los seropositivos. Un gran avance, sin duda, en el que no debe temblar la mano a la hora de regular y legislar algo que, incluso constitucionalmente, pertenece al ámbito de la intimidad, y no debiera incumbirle ni constarle, ni debiera servirle de arma de exclusión a ninguna entidad bancaria, aseguradora, empresa, o administración pública.  Conmemoremos pues con lazos rojos estas pequeñas victoria y sigamos vigilantes de su cumplimiento.

Sean días de lazos rojos que nos unan, para que, como escribió la poeta extremeña Dulce Chacón al perder a un querido amigo por esta enfermedad, no nos marquen las fronteras de los afectos y el miedo, con las aristas de las distancias: “Conozco el perfil/de la distancia/agazapada en rostros íntimos/el acto de ocultarse”. Que nadie tenga que ocultar su dolor ni sus dolencias, pero que tampoco sean obligados al estigma o mostrar algo que corresponda a sus biografías e intimidad, y mucho menos sirva para ser maltratados, marginados y expuestos. El grado de civilización también se mide por el grado de respeto y empatía por los otros. Seamos de veras civilizados.

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