Los montañeros expertos dicen que lo peor es la desescalada porque la cima está en el valle. Más allá de la dificultad de alcanzar el punto más alto, lo complicado viene a continuación. Cuando se mezcla el cansancio y la euforia por haber alcanzado el objetivo, hay que conseguir lo más difícil: llegar sano y salvo al punto de partida. En eso está ahora el Gobierno.

Por una parte, trabajando para que, pese a las prisas por volver a la normalidad, los españoles no nos despeñemos en un abismo de contagios y enfermedad. Por otra, tratando conseguir que el frágil equilibrio obtenido con los pactos con unos y con otros, y con los acuerdos arañados en Europa en duro pulso con las economías del norte, nuestro país alcance estabilidad en lo político y en lo financiero, para salir de este bache con los menores daños posibles.

Pocos gobiernos como el de Pedro Sánchez han tenido que pasar tantas pruebas difíciles, arrancando de un acuerdo de coalición progresista difícil de reequilibrar, aunque con buenas intenciones de partida.Pocos gobiernos se han visto tan ferozmente atacados por sus detractores de la oposición, con el factor añadido de que la ultraderecha no tiene escrúpulos en mentir con tal de derrocar a la izquierda en el poder.

 Lo dice muy bien el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista publicada en Infolibre: “Una cosa es ser oposición y otra alternativa. Ser oposición, descalificar, insultar, negar todo y decir que todo se hace mal es tan fácil que lo hace Vox. Ser alternativa es otra cosa. Es construir, proponer, hacerte cargo del país. (…) Ojalá ahora el PP y Casado den pasos en favor de un consenso en la Comisión de Reconstrucción…” Además, Zapatero añade algo tan crucial como que los jóvenes necesitan el ejemplo del consenso democrático.

Pocos gobiernos se han visto tan ferozmente atacados por sus detractores de la oposición.

 

De ahí que los esfuerzos del Gobierno y de Ciudadanos para llegar a un lugar común tengan ahora un especial valor. Lo que se juega es garantizar la gobernabilidad para aprobar los Presupuestos Generales del Estado y la postura ante Europa y en Europa. El enigma es como podrá nadar el Gobierno entre las aguas tumultuosas de la mesa de partidos de Cataluña y la línea roja que sobre este asunto del independentismo trazan los del partido naranja. Otro tema controvertido es el de los impuestos, que la coalición ya tiene definidos y que son imprescindibles para afrontar los grandes gastos derivados del COVID-19. ¿Se plantará Ciudadanos exigiendo una rebaja fiscal? No parece el momento adecuado. Lo cierto es que de la buena voluntad de los partidos depende el bienestar y la salud de los ciudadanos en los próximos meses. Todos los políticos deberían ser conscientes de que, en efecto, la cima está en el valle.