De manera que si de distanciarse de aquel se trata, lo primero es acabar con la paridad y con cualquier signo de lucha política por la Igualdad. Mucha gente no contraria en principio a que las mujeres se incorporen en igualdad a todos los puestos, trabajos y responsabilidades, se manifiestan en cambio contrarios a la idea de paridad. En ese sentido el neomachismo ha triunfado, han conseguido que algo que a estas alturas debía ser indiscutible, no sólo se discuta, sino que exista una fuerte oposición a su ejercicio.

La indiscutible reacción a los avances de las mujeres, que se manifiesta ya evidente y fuertemente en todos los ámbitos,  no ha dejado que la paridad se instalase en las mentalidades como algo completamente normal. Los contrarios a la paridad se aprovechan, naturalmente, del resentimiento y temor que permanece más o menos oculto pero que sigue existiendo en una gran parte de la sociedad hacia la igualdad entre mujeres y hombres.

El argumento que se da es absurdo: no hay que nombrar a nadie en virtud de su sexo, sino de sus capacidades, se dice. En ese caso habrá que admitir que las mujeres tienen un 70% menos de capacidad que los hombres, puesto que ocupan sólo el 30% del gabinete. Si en una sociedad compuesta al 50% por mujeres y hombres (de hecho hay más mujeres que hombres) y en la que se supone que se prima la capacidad, sólo hay un 30% de ministras eso quiere decir que las mujeres no tienen la misma capacidad que los hombres, al menos –afortunadamente-  las mujeres del PP. ¿No hay más mujeres capaces e inteligentes en el PP que ese exiguo 30%?

Como no es así, hay que admitir que lo que en realidad ocurre es que aunque tengamos la misma capacidad y trabajemos lo mismo o más, existe una invisible cuota masculina que hace que no se vea ni se valore a las mujeres y se sobrevalore siempre a los hombres. Lo que esto significa es que mientras los hombres puedan permitirse no reconocer la igualdad muchos de ellos están donde están no por sus capacidades, sino sólo porque son hombres. Puestas así las cosas no es nada extraño que la mayoría de los hombres estén en contra de la paridad; si está se aplicase estrictamente en todos los ámbitos la mitad de ellos sobraría. Y naturalmente no les gusta.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
http://beatrizgimeno.es