Pablo Casado, líder del Partido Popular, se reunió este lunes con todas las asociaciones de jueces y fiscales. El encuentro fue en el Congreso de los Diputados. Y si tal reunión tuviera cabida en el ámbito de la normalidad parlamentaria, no habría problema. Pero, en esta ocasión se dan circunstancias que indican que no era el momento adecuado. Primero, porque es reciente la sentencia de los magistrados de la Audiencia Nacional que juzgaron la trama Gürtel, en la que el PP resultó acusado de organizar “un sistema de corrupción institucional,” y del que se acreditó “su financiación irregular”.

En segundo lugar, porque hablamos de un político, Casado, que tiene pendiente acudir al Tribunal Supremo para analizar el asuntillo de su master. Además, es inminente el retorno de las visitas del PP a numerosas sedes judiciales. Y aunque Casado y sus chicos no lo quieran, todo esto seguirá afectando al PP que ahora han conseguido encabezar. Además, concluía el plazo para presentar las solicitudes de los nuevos candidatos al Consejo General del Poder Judicial. Y, por si fuera poco, al día siguiente en Bruselas se abría el proceso contra el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena a raíz de la demanda de Puigdemont.

Es inminente el retorno de las visitas del PP a numerosas sedes judiciales. Y aunque Casado y sus chicos no lo quieran, todo esto seguirá afectando al PP que ahora han conseguido encabezar

Pero daba igual. Al encuentro acudió el presidente popular con su plana mayor, incluido el ex ministro de Justicia Rafael Catalá que parece tener añoranza de su anterior cargo. Habían convocado a los representantes de todas las asociaciones de jueces y fiscales, conservadores y progresistas. En lo que parece una actuación casi electoral, Pablo Casado se ha comprometido a establecer cauces de comunicación; preocuparse por los jueces catalanes; apoyar la renovación del Consejo General del Poder Judicial y pelear por lo que los jueces le digan. Las asociaciones les han contado sus cuitas y han quedado todos en celebrar reuniones habituales para cerrar temas y apoyarse mutuamente en reformas de Ley.

Vale. Está bien que jueces y las comisiones de Justicia de los partidos se relacionen.

Pero, en este caso, el momento puede dar la impresión de una cierta connivencia con las pretensiones de un tipo inserto en la política más dura y con aspiraciones a presidir un futuro Gobierno. La imagen que se ha dado es de un acto político en toda regla, con bombo y platillo informativo. Tal situación ha afectado a todas las asociaciones por igual, salpicando quizás a su pesar a las progresistas. La apariencia que ha podido dar este encuentro refleja la imagen menos deseable: que la Justicia va de la mano del PP.