Así viviremos,  hasta el fin de su tiempo, del periodo para el que ha sido contratado el impasible personaje por el pueblo soberano. Si no quieres caldo, tres tazas llenas.

Sabe el presidente que durante este periodo, al menos hasta las elecciones municipales y autonómicas de 2015, no estará en condiciones de proporcionar buenas noticias.

Los estrategas de cabecera del jefe del Ejecutivo se devanan los sesos para gestionar, como se dice ahora, tan negra perspectiva.

Por lo que me cuentan en amables fuentes del Partido Popular, ante la imposibilidad de cambiar la realidad  se va abriendo el camino  de “reforzar la pedagogía”.

Es un eufemismo más que encubre la manipulación, la negación de la realidad, o simplemente la eliminación del mensajero.

La única autocrítica que se permiten esbozar los gobiernos de uno y otro signo es el reconocimiento de fallos en la comunicación.

“Lo hacemos bien pero no somos capaces de explicarlo eficazmente”  es la excusa preferida ante la constatación de la desaprobación ciudadana.

No sería por tanto chocante  constatar que este Gobierno utilice las viejas técnicas de la marrullería política.

Lo novedoso es la amplitud con que se está diseñando la nueva pedagogía, las innovaciones aportadas por el Partido Popular en su pedagogía reforzada.

Lo admirable es constatar lo ambicioso de su proyecto, hasta donde está dispuesto a llegar el PP con esta política de Palo y Pedagogía.

Por ejemplo hasta el extremo de imponer el presidente de RTVE  clausurando un corto periodo de neutralidad política conseguida con la exigencia de consenso de los dos grandes partidos.

Un decidido paso atrás en lo avanzado por el anterior gobierno en el camino de la regeneración democrática.

Sin embargo la medida más ambiciosa, que hubiera sido inimaginable en tiempos de González que la inventó, en los de José María Aznar que lo conservó y en el de José Luis Rodriguez Zapatero que ni le pasó por la cabeza,  será la supresión del debate sobre el Estado de la Nación.

Los estrategas del Partido Popular han llegado a la conclusión de que cuando el estado de la nación es calamitoso no hay mejor tratamiento que anular el debate sobre el estado de la nación.

También constatan que cuando el jefe del Ejecutivo no puede dar buenas noticias, lo mejor es ocultar al jefe del Ejecutivo. Maravillosos hallazgos para la historia de la ciencia política.

En el horizonte se perfila otra innovación fascinante de la Nueva Pedagogía: convencer a los ciudadanos, como ha adelantado Esperanza Aguirre, de la superioridad moral de la derecha.

José García Abad es periodista y analista político