Si damos por cierto el proverbio que dice que "Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo", deberíamos reconocer que en este país hay bastantes más necios que sabios. Desde que el pasado miércoles una periodista del corazón nos ofreció la exclusiva política más importante de las últimas semanas, hemos discutido mucho más sobre la ética de su difusión, que sobre el significado de la noticia. Acostumbrados a chutarnos verdades muy adulteradas, leer lo que parece que piensa realmente un político, nos ha provocado una sobredosis de la que no sé si algunos se van a poder recuperar.

Toni Comín, ex conseller de Sanitat de la Generalitat, puede ser lo que parece, un despistado crónico que vive una realidad paralela; o quizá sea un cínico, dispuesto a utilizar el mensaje privado de un amigo en beneficio de su causa política. Y aún cabe una tercera posibilidad, que no sea más que el títere que Carles Puigdemont ha utilizado para decir a los catalanes lo que nos oculta en sus mensajes pseudoinstitucionales. En cualquier caso, no parece recomendable para ejercer cargo público alguno de relevancia. 

Lo que resulta divertida es la reacción del resto de políticos que utilizan en su beneficio el contenido de los mensajes de Puigdemont,  mientras con las manos en la cabeza critican que se hayan hecho públicos. En el independentismo, habituado a tragar sables sin mirar si están afilados, los mensajes del President al principio provocaron cierto estupor que se ha acabado convirtiendo en positivismo. La idea más generalizada de las últimas horas, es que la presunta rendición de Puigdemont facilitará el nombramiento de un nuevo candidato sin cargas judiciales en su mochila, que hará regresar a la República Catalana del largo fin de semana que inició el día de su nacimiento. 

Nadie entiende mejor la actual situación que la escritora y periodista Empar Moliner, que no se cansa de recordarles a los políticos independentistas en su programa de Catalunya Radio: "No us preocupeu, sabeu que feu el que feu, nosaltres us seguirem votant".  Alentados por la periodista, los políticos catalanes siguen probando lo primero que se les viene a la cabeza. De momento, ya han conseguido dividir la sociedad en dos mitades casi perfectas. Ahora inician ensayos para ver si es posible fraccionarla en porciones más pequeñas hasta su disolución total.