Los ríos españoles proporcionan de manera natural una media de 10.000 hm3 de agua al año. Sin embargo durante el último medio siglo, a golpe de embalse y a costa de arrasar paisajes y de malbaratar los ecosistemas fluviales, hemos logrado aumentar la capacidad de reserva hasta los 56.000 hm3.

Una capacidad que nunca ha llegado a colmarse y que en los últimos tiempos muestra una clara tendencia a la baja, mientras que la demanda, que roza ya los 45.000 hm3 anuales, no ha dejado de aumentar. Estamos pues al borde del colapso.

Una situación de riesgo que se hace mucho más evidente en períodos de sequía como los que venimos atravesando en los últimos años y que, si atendemos a la previsión de los expertos del IPCC (panel de expertos en cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas) tenderá a agravarse como consecuencia del cambio climático que sufre el planeta y muy especialmente el área del Mediterráneo.

En España, la alarma sobre la reducción en la disponibilidad de agua empieza a ser muy seria. La actual sequía ha vuelto a poner en riesgo el correcto abastecimiento a la población, está reduciendo la capacidad de generar energía de los embalses y amenaza con recortar más aún la disponibilidad de agua para uso agrícola. Pero si la realidad actual es alarmante, aun son peores los augurios de los expertos.

En España, la alarma sobre la reducción en la disponibilidad de agua empieza a ser muy seria. La actual sequía ha vuelto a poner en riesgo el correcto abastecimiento 

Según el Informe sobre Escenarios Climáticos Regionalizados para España elaborado por el Instituto Nacional de Meteorología, la nubosidad general descenderá de manera notable en todas las comunidades españolas a lo largo del presente siglo, lo que provocará en algunos casos una reducción importante del régimen de precipitaciones. Asimismo el nivel de humedad bajará de forma considerable, especialmente en primavera y verano, alterando las características del suelo y favoreciendo el avance de la desertización.

Este pronóstico coincide con los informes que viene elaborando el Panel Internacional de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC), en los que se alerta sobre una más que probable reducción de las precipitaciones en el sur de Europa. Un recorte que podría ser muy acentuado en la Península Ibérica, hasta el punto de reducir a la mitad el caudal de buena parte de sus ríos.  Los ríos españoles no dan para más y por mucho que intentemos exprimirlos con más embalses, más trasvases, más y más cemento, la cruda realidad es que no vamos a aumentar nuestras reservas.

De momento, y coincidiendo con lo que señala el IPCC, los ríos españoles ya han perdido un 5% de su caudal en los últimos 20 años. Un decrecimiento que se apunta como tendencia, no como hecho puntual, y que con toda probabilidad irá a más en las próximas décadas.

Así pues haríamos bien en asumir que no disponemos de más agua que la que corre por lo que, o nos tomamos en serio las propuestas para hacer un uso más eficiente del agua basado en el ahorro y el consumo responsable, o estaremos condenando a las generaciones venideras a padecer su escasez.