Muchas mentiras, muchas infamias, muchos bulos, mucho fanatismo y mucha deformación de la realidad, vertidos desde la derecha y sus secuaces, la extrema derecha, y las tribunas mediáticas que les representan y que actúan como altavoz de sus sucios intereses, no han conseguido impedir que se forme el gobierno progresista que han elegido con su voto la mayoría de los españoles. Escuchar a la derecha extrema y a la extrema derecha en el debate de investidura muestra muy claramente hasta qué cotas de agresividad, ideológica y verbal, pueden llegar esos que, como bien dijo Pedro Sánchez, sólo respetan la democracia cuando ellos mandan, es decir, no la respetan.

Hemos contemplado a una derecha radicalizada hasta límites insospechados; una derecha violenta, irracional, agresiva que, además, se vanagloria de su sinrazón y de su agresividad. Hemos escuchado insultos, hemos evidenciado actitudes de furia, de ensañamiento y de absoluta intolerancia. Realmente son actitudes fanáticas que mueven a sus adeptos hacia la violencia y hacia el odio; y que evidencian, una vez más, que no son demócratas, que no aceptan la voluntad de la mayoría, que sus ideas y sus actitudes sólo pueden provenir de mentes totalitarias e incapaces de un mínimo atisbo de empatía.

Les caracteriza algo que venimos percibiendo desde hace mucho tiempo y que es una maldad muy típica en determinadas organizaciones y en determinados perfiles humanos: atribuyen al contrincante las maldades que ellos mismos cometen. En Psicología se llama coloquialmente la “ley del espejo”: hablan continuamente de golpe de Estado cuando son ellos los expertos en la materia; hablan continuamente de romper España, cuando la derecha y adláteres llevan décadas haciéndolo -necesitaríamos mil folios para desglosarlo en detalle-; atribuyen la corrupción al otro cuando ellos son la corrupción misma -el mismo juez de la Audiencia Nacional encargado de la trama Gürtel sentenció al PP como una organización criminal-; y aunque la corrupción se generalizó por buena parte de los ámbitos políticos, la formación de la derecha se lleva, con creces, la palma, con 193 casos de corrupción y más de 122.000 millones de euros estafados a los españoles.

Mejor ni hablar de Venezuela, de comunismo, de marxismo-leninismo, de ETA, o de cualquier otra infamia que vierten con el único propósito de extender bulos que desacrediten a los que defienden el bien común y los valores democráticos, en este país secularmente asediado, saqueado y corrompido por los mismos. La incultura y el acriticismo que fomentan desde la Educación les garantiza que una parte importante de ciudadanos ni se cuestione sus calumnias y sus patrañas. Es la ignorancia lo que les fortalece.

He visto algunos titulares de medios católicos y de la derecha y realmente asustan. “Los comunistas entran en el Gobierno tras 84 años”, “Lo que une a socialistas, comunistas y nacionalistas es su cristofobia”, “Todos los enemigos de España van a formar parte del Gobierno de España”, “Los españoles seremos víctimas otra vez del Frente Popular” son algunas de las perlas que se están difundiendo en esos medios ... Eso sí es golpismo y eso sí es intentar romper España. Realmente tanta inquina y tanto odio no son aceptables en un entorno democrático, y además no son propios de actitudes mínimamente razonables, sino verdaderamente patológicas o perturbadas.

Y hablando de “perturbación”, uno de los insultos que recibió el presidente Sánchez en la investidura, de parte del presidente del Partido Popular, es el calificativo de sociópata. La sociopatía y la psicopatía son trastornos de la personalidad algunos de cuyos rasgos principales son la frialdad emocional, el encanto superficial, la ausencia de empatía y de remordimiento y la agresividad verbal y emocional, rasgos que, aunque se encuentran en todos los ámbitos, son propios de dictadores, totalitarios y parece que de muchos miembros de los ámbitos conservadores y ultraconservadores.

No lo van a tener nada fácil para gobernar. La beligerancia de esta gente en la oposición promete ser feroz; es obvio que va a ser descarnada. Pero mejor no amilanarse ante ellos, porque, en realidad, es el miedo que intentan propagar lo único que les hace creerse fuertes. En el fondo son cobardes, y necesitan de la agresividad y la mentira para medrar. La fuerza proviene de la razón, y la razón no la tienen y nunca la tendrán. Han sido y son 167 valientes, algunos muy especialmente y por partida doble, como Guitarte, quien tuvo que dormir escondido ante las presiones y las amenazas recibidas. Si eso no es “fascismo” que me lo cuenten.

Que Sánchez e Iglesias sepan que muchos españoles nos sentimos muy orgullosos de su enorme esfuerzo y de los 167 valientes que hablaron de democracia, de progreso y de interés común en medio de una turba de fanáticos e intolerantes, perfectos representantes de la España más negra. Los demócratas estamos con ellos. Por una España en la que se restablezcan los derechos y los valores democráticos recortados y perdidos. Por un país más justo y mejor. Por un ejemplo de socialdemocracia para toda Europa. Y recordemos la paradoja de la tolerancia que fue descrita por Karl Popper (La sociedad abierta y sus enemigos, 1945): si una sociedad es tolerante en exceso, esa capacidad de tolerancia acabará siendo destruida por los intolerantes, o, dicho de otro modo, una sociedad que quiera mantenerse tolerante no debe tolerar la intolerancia. Ojalá así sea.

Coral Bravo es Doctora en Filología