Las fluctuaciones de temperatura durante la noche son completamente normales. Son parte del ritmo circadiano de nuestro cuerpo, o, por así decirlo, del reloj interno, y esto ayuda a controlar el ciclo del sueño. Gracias a las hormonas naturales de nuestro cuerpo, la temperatura corporal desciende por la noche para ayudarnos a quedarnos dormidos. Después vuelve a despertarnos por la mañana, listos para afrontar el día. Eso sí, algunas personas pueden ser particularmente sensibles a este cambio, lo que las lleva a despertarse sintiendo una temperatura demasiado elevada en su cuerpo durante las primeras horas del día.

En concreto, el regulador de temperatura corporal se llama hipotálamo. Está ubicado en la base del cerebro, y funciona como un termostato, respondiendo a factores internos y externos para mantener nuestro cuerpo a una temperatura determinada. El hipotálamo libera sustancias químicas y hormonas y trabaja junto con otras partes de su cuerpo que son responsables del control de la temperatura corporal, como la piel, las glándulas sudoríparas y los vasos sanguíneos. Juntos, permiten que el cuerpo se caliente o enfríe según sea necesario, para mantener una temperatura saludable y constante. Las dos principales formas como el cuerpo hace esto son temblando y sudando.

Hay situaciones en las que la temperatura corporal puede ser extraordinariamente alta mientras se duerme: las hormonas femeninas en épocas como la perimenopausia y la menopausia, el embarazo, ciertos medicamentos como los antidepresivos o ciertas afecciones médicas