A raíz de la saga Tiburón que inició Spielberg a partir de la novela de Peter Benchley, tenemos una imagen de lo más feroz de este animal. Pero su pensamiento es mucho menos simplista de lo que, en general, pensamos. Y resulta que les gusta la música. Clásica, Jazz, Swing, Rock... Pero sobre todo jazz.

Un grupo de investigadores de la MacQuarie University ha realizado un estudio, publicado en la revista Animal Cognition, en el que se entrenó a bebés escualos de Port Jackson (Bahía de Sidney), para asociar distintos tipos de música con una recompensa en forma de alimentos. Los animales aprendieron rápidamente que, cuando sonaba una canción de jazz, tenían que ir rápidamente hasta un punto fijado de antemano para disfrutar de comida.

El análisis perseguía dejar claro que los escualos pueden aprender a asociar de manera relativamente rápida. Además, los científicos de MacQuaire intentaron que los tiburones del estudio diferenciaran entre el jazz y la música clásica. Descubrieron que el jazz ayudaba a los tiburones a encontrar la comida. La música clásica, no.