Si echáis un poco la vista atrás recordaréis aquella época en las que las redes sociales se presentaban como el medio de comunicación perfecto. Sobre todo, en lo relativo a obtener información de primera mano de personalidades importantes. Cómo Facebook, Twitter o Instagram nos permitían adentrarnos en la vida de nuestros ídolos e, incluso a veces, hablar con ellos. Eso se acabó.

Feed the troll

Y se ha acabado por culpa de los propios usuarios. Ojo, de un reducido número de ellos. Los trolls. Muchos famosos se han cansado de que cada una de sus intervenciones en redes sociales provoquen comentarios despectivos o directamente hirientes. La táctica de ignorar al troll da resultado individualmente. Pero al final, hay tanto que ignorar que el afectado acaba por desistir. El último de ellos ha sido Ed Sheeran. El músico británico ha declarado que abandona su cuenta de Twitter. Un perfil con casi veinte millones de seguidores, nada menos. Desde hacía ya tiempo se dedicaba solo a postear enlaces a sus imágenes de Instagram. Pero ni por esas. Hasta esos enlaces eran presa de los insultadores profesionales. Y ha decidido “dejar de mirar su cuenta”.

Ed Sheeran no es el primero

Muchos antes le han precedido. Quizá la renuncia más sonada fue la de Leslie Jones. La actriz norteamericana dejó la red social del pajarito entre lágrima. Se rompió después de soportar insultos de toda índole a causa de su papel en el remake femenino de Cazafantasmas. A Lena Durham su feminismo rampante también le ha granjeado toda clase de descalificativos. Iggy Azalea, Rihanna, Demi Lobato; famosos de otros ámbitos como Íker Casillas o su mujer, Sara Carbonero ha tenido que soportar graves vejaciones hacia sus hijos. La cuestión es que las redes sociales parecen deslizarse hacia la jungla. A la incapacidad de gestionar que cualquiera pueda abrirse una cuenta para insultar desde el más puro anonimato. Efectivamente, cada uno ejerce su libertad de expresión. Del mismo modo que los demás pueden ejercer su libertad de bajarse del tren en marcha.