Puede recordar a Marte, el planeta rojo, pero es Europa del Este, cubierta de una capa de arena roja venida del Sáhara. Justamente allí, al Norte de Marruecos, se producía otro fenómeno atípico hace unos días: nevaba en pleno desierto,  por tercera vez en 40 años. Que su arena haya volado ahora a posarse en la fría nieve, blanco invernal, de Rusia, Bulgaria, Ucrania o Rumanía, es un fenómeno relativamente frecuente, ocurre cada cuatro o cinco años, aunque en esta ocasión se ha dado de manera especialmente intensa.

Polvo, polen y arena

El siroco, un viento del sudeste propio del mediterráneo y particularmente fuerte estos días, ha trasladado enormes cantidades de polvo a miles de kilómetros de su origen, hacia el norte y el este de Europa. El vapor de agua se mezcla con finas partículas de polvo, polen y arena, tiñendo también el aire y los copos flotantes en él, dando la sensación de que caía lluvia de barro o, en los momentos más poéticos, nieve naranja. Así se la han encontrado los esquiadores en distintas pistas, y de ellos han dado cuenta en Instagram.