El cambio climático avanza a velocidad de vértigo. Nuestros políticos no es que vayan a la velocidad del caracol. Es que incluso dan pasos atrás. Parece que las evidencias, cada vez más patentes, graves y continuas no son suficientes para que se actúe con la misma premura. Veremos lo resultados.

Un paso adelante y dos atrás

Lo cierto es que la Comisión de Energía del Parlamento Europeo aprobó el pasado día 27 de noviembre una nueva Directiva de Energías Renovables que elevaba del 27% al 35% el objetivo de producción y consumo de este tipo de fuentes de energía para 2030. Parecía una buena noticia, en la línea de actuar contra el calentamiento global. Pero duró poco. Solo una semana después, el Consejo de Europa, formado por los ministros del ramo de cada país miembro de la Unión Europea decidió dar marcha atrás a esa resolución. Volver a establecer el objetivo del 27% y olvidarse del 35%. Un 27% de energías renovables en 2030 es a todas luces una cifra ridícula.

Pérdida de competitividad

Y no solo en lo que tiene que ver con el medioambiente, que es lo más grave. También en cuanto a la propia competitividad de la UE en lo relacionado a energías renovables. China, Estados Unidos, incluso otros países como Chile están haciendo apuestas mucho más valientes en este asunto. En la propuesta que se rechazó también se abogaba por potenciar las instalaciones de renovables a pequeña escala. Incentivar a los consumidores privados para que crearán sus sistemas autónomo dependientes de la luz solar o del viento. En cuanto a las calefacciones, se estipulaba un incremento anual del 2% en el tipo de energía que se emplea. La Comisión Europea corrigió esa cifra también a la baja, estipulando un 1% anual de energías renovables para calentar los hogares europeos.