Cuarenta muertos, 90.000 personas teniendo que escapar cuando las llamas devoraban sus casas, casi 100.000 hectáreas calcinadas, más de 5.000 edificios destruidos… Hace ya una semana que empezaron a declararse más de veinte incendios en la región vinícola de California, y el fuego sigue desbocado, ganando terreno. Comenzaron por causas que aún se desconocen, y se expandieron a gran velocidad desde el condado de Napa. Se baraja la hipótesis de que las líneas eléctricas o los transformadores de la red eléctrica los provocasen, pero los equipos de emergencias señalan que aún es pronto para determinarlo, y podrían pasar semanas hasta tener una respuesta definitiva al respecto. Muchas de las pruebas pueden haber desaparecido con el fuego.

El cambio climático lo empeora

Vientos que superan los 30 kilómetros por hora, ni rastro de lluvia y un tremendo calor, todas ellas circunstancias que se vinculan al cambio climático, siguen dificultando las labores de extinción. Las llamas han ido arrasando los condados de Napa, Sonoma, Lake, Mendocino, Yuba, Nevada, Calaveras y Butte. Los dos mayores fuegos se ubican en Tubbs, en el condado vinícola de Sonoma, y el de Atlas, en su vecino Napa, aunque han bajado su intensidad en las últimas horas. Entre ambos se desató el fuego de Nuns, controlado en poco más de un 10%.

Incendios históricos

Estos son los incendios más graves que ha sufrido el Estado de California en su historia. El vicepresidente del país, Mike Pence, ha visitado este martes la oficina de los servicios de emergencia de California para anunciar que el dirigente, Donald Trump, ha aprobado el envío de las ayudas federales para llevar a cabo las labores de recuperación en la zona afectada. Incluso el futuro de la industria vitivinícola del Norte de California está en riesgo. Regiones como Sonoma, Napa o Mendocino viven sobre todo del vino, y esta industria contribuye con 57.000 millones de dólares al año a la economía del estado.