El tráfico de vehículos es responsable del 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y por ello, la nueva ley de Cambio Climático y Transición Energética exige a los municipios de más de 50.000 habitantes tener Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) implantadas antes de 2023, como solución para la Regulación de Acceso de Vehículos Urbanos o UVAR (por sus siglas en inglés).

EIT Urban Mobility, una iniciativa del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), que es un organismo de la Unión Europea, ha publicado un estudio en torno a las UVAR: Regulación de acceso de vehículos urbanos: del diseño a la aplicación. En él se analizan los casos de ciudades como Londres, Milán y Barcelona.

El documento, que ha sido desarrollado en colaboración con Abertis Mobility Services (AMS), una empresa centrada en la movilidad sostenible, destaca 'el importante papel que tienen los UVAR para reducir la contaminación atmosférica y mejorar la calidad del aire, disminuir la congestión y mejorar la seguridad vial', señala Abertis en nota de prensa".

El informe analiza el creciente número de UVAR en países europeos a medida que la preocupación por el clima y el medio ambiente ha adquirido mayor importancia para los habitantes de las ciudades. Así, las zonas con restricciones al tráfico de vehículos en las ciudades europeas han aumentado un 40% en los últimos tres años. Se ha pasado de 228 en 2019 a 320 en 2022. El acceso a los UVAR y la disponibilidad de información es, a menudo, objeto de quejas de los conductores que no conocen los requisitos locales.

Para mejorar la situación, la Unión Europea se ha centrado en incrementar el suministro de información y el intercambio de datos.

Según Christian Barrientos, director general de AMS, "el despliegue de zonas de bajas emisiones es un primer paso para reducir la contaminación y mejorar la calidad del aire en las ciudades. Sin embargo, una vez que todos los coches se hayan sustituido por vehículos eléctricos y más limpios, la congestión del tráfico reaparecerá".

Para Barrientos, "siguiendo los ejemplos de Milán y Londres e integrando la ZBE y la tasa de congestión, se puede fomentar un verdadero cambio de comportamiento y convencer a los ciudadanos de que dejen sus coches en casa y utilicen medios de transporte más sostenibles y eficientes". También cree que "las autoridades locales tienen que esforzarse por comunicar bien los beneficios de estos sistemas y garantizar su aplicación y aceptación, y también explicar que los fondos recaudados se destinarán a garantizar la sostenibilidad a largo plazo del transporte público y la movilidad activa", añade.

Maria Tsavachidis, CEO de EIT Urban Mobility afirma que “las normativas sobre el acceso de los vehículos urbanos están resultando cruciales para las ciudades en su camino hacia la movilidad cero emisiones en toda Europa y fuera de ella. El creciente número de iniciativas diversas, como las zonas de bajas emisiones, las zonas de cobro por congestión y otras, exigen la participación activa de las partes interesadas y los ciudadanos, así como la comunicación adecuada de los objetivos de estos modelos. Este estudio de buenas prácticas pretende mostrar las soluciones que funcionan, de forma que sirva de aprendizaje de a otros países y conduzca a una mayor aceptación y a un cambio sostenible para nuestras ciudades”.

Milán y Barcelona son, para Abertis, “buenos ejemplos de una clara identificación de los objetivo y medición del impacto”.  En el caso de Milán, este modelo “ha permitido reducir en un 38,5% los viajes diarios, más modelos eléctricos e híbridos, así reducir significativamente las emisiones. La propia ciudad decide cómo se gasta el dinero recaudado, destinando con el 75% destinado a mejorar las UVAR y el otro 25% asignado a financiar proyectos de movilidad urbana sostenible ese año”.

En Barcelona, “la ZBE que abarca toda la ciudad restringirá gradualmente el acceso de los vehículos más contaminantes”. Las medidas se aplican a los vehículos “en función de su etiqueta ambiental asignada por el ministerio español”. Junto con la ZBE, la iniciativa de supermanzanas asegura una mejor calidad del aire y garantiza el derecho a una buena salud en la ciudad.

Según el estudio, conocer los diferentes modelos de UVAR y desarrollar el enfoque más adecuado “es un desafío clave para los responsables municipales”. Por ejemplo, Milán introdujo el Ecopass en 2008, donde los usuarios pagan de acuerdo con la clase de emisiones de su vehículo, pero evolucionó a un cargo por congestión después de un referéndum en 2012. “Para escoger el modelo de restricción de vehículos más adecuado a cada municipio es importante tener claro el objetivo que se quiere conseguir y a qué tipo de vehículos va a afectar y como”. El caso de Londres “demostró que una planificación y organización adecuadas son cruciales: en la implementación de la ZBE, se notificó a los organismos reguladores del comercio en Europa y se entregaron folletos para garantizar el máximo cumplimiento para los vehículos pesados que debían registrarse con anticipación”.