Parece increíble que sigamos, a estas alturas, haciendo descubrimientos sorprendentes de nuestro propio Sistema Solar. 600 años después de que Galileo observara cuatro satélites en Jupiter se acaban de detectar nada menos que 12 nuevas lunas en el planeta gigante. 

Distinto origen

El descubrimiento se ha realizado casi de casualidad. Mientras se observaba Neptuno y su área cercana en busca del planeta nueve. Para ello se estaba empleando un potente telescopio terrestre, el Víctor Blanco, en Chile, con una lente de cuatro metros. En el área de observación entraba Júpiter. Y de ponto se vio algo extraño: un buen puñado de astros girando a su alrededor. 

Lo más curioso es el excéntrico comportamiento de estas nuevas lunas. Las dos más cercanas al planeta giran en la misma dirección de rotación del gigante gaseoso. Las nueve exteriores lo hacen en sentido contrario. La explicación es que los satélite más cercanos se formaron como resultado de la misma nebulosa de materiales que formaron Júpiter, mientras que las otras son con toda seguridad, grandes trozos de roca atrapados por la colosal gravedad jupiteriana. 
 

Satélite loco

Pero lo que más ha llamado la atención en las observaciones es la trayectoria de uno de estos nuevos satélites. Bautizado como Valetudo, es un pequeño trozo de roca de algo más de un kilómetro de diámetro. Con una órbita en la misma dirección de rotación de Júpiter, su paso se cruza con las trayectorias de los satélites que giran en sentido contrario. Según los expertos, esto garantiza una tremenda colisión en algún momento de los próximos millones de años. 

Al parecer se trata de los restos de otro cuerpo mayor que sufrió varios impactos. Según estos mismos investigadores, el último resto de satélite que nunca llegó a conocerse.