La cumbre de Bonn no ha terminado de manera tan esperanzadora como sería deseable. La aplicación del Acuerdo de París contra el cambio climático se ha puesto algo más cuesta arriba, y no sólo por el anuncio que ha hecho Estados Unidos de abandonar el pacto, salida que se hará efectiva en 2020 y que, con la Adhesión de Siria al Acuerdo, se ha quedado aislado como único estado fuera del pacto. También por los informes que se han hecho públicos en el encuentro y apuntan a un aumento de emisiones de CO2, después de tres años de estancamiento mundial, y por los desacuerdos que se han producido entre los países de renta alta y los de renta baja en materia de financiación, sobre todo ante la pérdida de fondos que se prevé con la marcha de Estados Unidos: los países en desarrollo exigían a los ricos que informaran con dos años de antelación de cuánto dinero iban a aportar y en qué plazos, con el objetivo de que pudieran saber con qué fondos contaban.

Homogeneizar las reglas y recuperar el liderazgo de la UE

No todo han sido, no obstante, malas noticias. La cumbre del clima (COP23) ha concluido con la aprobación de un documento para concretar las reglas del Acuerdo de París contra el cambio climático, que pasan por homogeneizar las contribuciones o planes de acción climática de cada país, y el modo de revisarlos y verificarlos de modo transparente. Además, dos asuntos centraron la atención hasta el último momento: el mecanismo de revisión de los compromisos nacionales de reducción de emisiones del Acuerdo de París, y la financiación que los países ricos van a destinar a los en desarrollo en mitigación y adaptación al calentamiento. También se ha dado un paso importante por la recuperación de liderazgo de la UE en el Acuerdo, en ausencia de Estados Unidos, y lo han dado Merkel y Macron.

Estudio científico y plan de acción de género

También de la COP23 ha salido el diseño del Diálogo de Talanoa, mediante el cual los países deberán rendir cuentas en la próxima cumbre (Katowice, Polonia) sobre cómo van a incrementar la ambición de sus compromisos de reducción de emisiones nacionales para lograr el objetivo al que se han comprometido: contener el aumento de temperatura del planeta por debajo de los 2º C, y, si es posible, en 1,5º C (siempre respecto a las de la época preindustrial). Los científicos elaborarán un informe previo a ese Diálogo sobre los impactos de la subida de temperaturas de 1,5º C, para calibrar si los objetivos de reducción de emisiones actuales de los países van por buen camino para alcanza esa meta o si, como se teme la ONU, conducen a temperaturas de 3º C a finales de siglo. Otra buen noticia es que la COP23 se cierra con un plan de acción de género en materia climática, y con una plataforma que permitirá a las comunidades indígenas -370 millones de personas- tener voz en las negociaciones, además de con innumerables compromisos de la sociedad civil.