La huída de Ferrovial está cada vez más cerca. Este jueves se celebra una junta de accionistas decisiva ya que de su resultado depende si la empresa de Rafael del Pino se irá de España. El pasado 28 de febrero, la decisión de que Ferrovial se iba a trasladar a Países Bajos cayó sobre una losa sobre la economía española. Un acto egoísta y antipatriótico que puede consumarse esta semana. Su principal objetivo es cotizar en Estados Unidos, país que en 2022 concentró el 32,3% de los 7.551 millones que facturó en todo el mundo. En ese país tiene unos 4.180 empleados, frente a los 5.413 de España.

Desde el Gobierno, se ha criticado con dureza la decisión de Ferrovial y esta misma semana se ha mandado una carta a la empresa  instándole a informar a sus accionistas de que la doble cotización en Estados Unidos desde España es posible sin trasladar su sede social a Países Bajos. Sea como fuera, mañana es un día clave para el futuro de la economía española, propiedad de Rafael del Pino, un magnate cuya vida de lujo es conocida.

Una de las mayores expresiones de lujo que existe es la navegación vacacional. Y una de las maneras en la que los ricos miden la longitud de su cuenta corriente es a través de los yates de lujo. Y el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, no podía ser diferente.

El Alcor, herencia de su padre valorada en 13 millones de euros

Para contar su historia es difícil desprenderse de sus barcos. El primero que hay que citar es El Alcor, un lujo flotante heredado de su padre, el fundador de Ferrovial, Rafael de Pino senior. Un barco de 33,8 metros de eslora y 7,8 metros de manga y que fue adquirido para que pudiera cumplir su sueño: dar la vuelta al mundo. Y Del Pino lo consiguió a medias en dos años en los que recorrió 50.000 kilómetros pasando por Kenia, el Canal de Panamá o Tahití.

Desgracias de la vida, tuvo que cancelar el viaje en 2004 por un aparatoso accidente que le dejó en silla de ruedas. Cabe destacar que El Alcor fue fabricado por J.Kinder, uno de los astilleros más prestigiosos del mundo. Una creación que mantuvo la pureza de lo tradicional pero usando una tecnología puntera. Con autonomía de 5.000 millas y potencia de entre 10.000 y 15.000 caballos. Una obra de aluminio con un interior de diseño y grandes espacios. Varios camarotes, cocina, baños, jacuzzi, salón. En definitiva, un barco de súper lujo con el que disfrutar del mar y valorado en 13 millones de euros. Tras la muerte del magnate, su hijo lo heredó.

De hecho, esta embarcación ha servido para que Del Pino haya hecho numerosos viajes con su exmujer Astrid Gil Casares, la mujer que cubrió su cuerpo de tatuajes para cubrir las cicatrices que el empresarió le provocó.

Es sonado un tour que hizo la pareja en 2015 junto a los empresarios: el farmaceútico Juan Abelló y el expresidente de Vocento Santiago Bergareche Busquet en Papúa Nueva Guinea. Varios millones de euros en forma de empresarios sobre las aguas del Pacífico y que aprovecharon para relajarse junto a sus familias.

Los superveleros

Tras disfrutar de El Alcor, Del Pino optó por los superveleros. Por ello, se puede alquilar entre Baleares y los puertos de Barcelona y Valencia por entre 74.000 y 89.000 euros a la semana.

Esas súper embarcaciones anteriormente citadas son el Mystere y el Nephele, con los que el empresario siguió viajando a sitios recónditos del mundo, destacando las islas del Pacífico. 

El primero es un barco valorado en 10 millones de euros y se trata de una obra de Tripp Naval Arquitechs y construido en el astillero holandés de Vitters. Es un barco de 43 metros de eslora y destaca por haber ganado el Premio Mundial de la Superyacht en 2007. Cuenta con tres cabinas, es capaz de albergar a nueve huéspedes y puede contar con seis tripulantes. 

En su página web lo definen como un barco ideal “para cruceros rápidos y cómodos por el mundo”. Además, a pesar de sus 190 toneladas de peso “proporciona velocidad y facilidad de manejo”.  También reflejan que el Mystere “navega bien en la brisa ligera del Mediterráneo, así como en travesías más largas”.

El segundo barco es el Nephele, un yate fabricado en Nueva Zelanda por la empresa McMullen & Wing, con 34,17 metros de eslora, valorado en 4,9 millones de euros y en cuya página web se le define así: “Excepcional y capaz de cruzar las islas del Caribe sin esfuerzo, cubriendo hasta 300 millas por día y, si es necesario, puede cruzar el Atlántico, ya que alcanza una velocidad máxima de 12,5 nudos”. Se trata tambiñen de una embarcación con grandes espacios, comedor, cocina, sala de audio, dos suites y con capacidad de acoger a siete personas, sin contar el personal de a bordo. 

Ferrovial abandona España y cotizará en los EE.UU

La empresa que preside Rafael del Pino, Ferrovial, ha anunciado que se va de España para cotizar en el extranjero. Un hecho que ha provocado grandes críticas desde la izquierda pero entendimiento desde la derecha. De hecho, Vox, partido que vende defender a los trabajadores de España, ha culpado al Ejecutivo socialista de este hecho y ha aludido al "infierno fiscal" que se vive en España. 

El liberal Iván Espinosa de los Monteros ha advertido que si no se cambia "esta deriva" y no se hace a España un país atractivo para emprendedores y empresarios, la salida de empresas "va a dejar de ser noticia". En este sentido, el dirigente de Vox ha instado a poner "coto" o "remedio", ya que cree que sino otras empresas de tamaño mediano e incluso pequeño también optarán por cambiar su domicilio social fuera de España.