Hernan Casciari es un reconocido escritor argentino que vivió en España 15 años y pudo ser testigo directo del impacto de Lionel Messi en el Fútbol Cluba Barcelona desde su tierna infancia. Además, en su obra, el fútbol juega un papel determinante. Épico aquel texto Messi es un perro, en el que a través de bellas palabras define el juego del reciente campeón del Mundial de Qatar.

Tras imponerse Argentina a Francia en la final de la Copa del Mundo, Casciari se dispuso a escribir Messi y su valija, un texto cargado de rabia y nostalgia en el que explica cómo Messi tuvo que aguantar las críticas por no ser lo suficientemente argentino al ser un niño criado en Europa. Cómo tuvo que aguantar la presión de un país de 45 millones de personas que le veían como un extranjero. Y cómo, al final, la realidad terminó por imponerse. Así comienza el relato del autor: "Los sábados de 2003 por la mañana, TV3 de Cataluña transmitía en directo los partidos de las inferiores del Barça. Y en los chats de argentinos emigrados se repetían dos preguntas: cómo hacer dulce de leche hirviendo latas de leche condensada, y a qué hora jugaba el chico rosarino de quince años que hacía goles en todos los partidos".

"En las entrevistas post partido a todas las preguntas el adolescente las respondía con un «sí», un «no» o un «gracias», y después bajaba la vista. Los argentinos emigrados hubiéramos preferido un charlatán, pero había algo bueno: cuando hilvanaba una frase se comía las eses, y decía ful en lugar de falta. Descubrimos, con alivio, que era de los nuestros, de los que teníamos la valija sin guardar", cuenta Casciari, recalcando el marcado acento argentino de Messi desde su tierna infancia y la diferencia entre emigrantes que residían en España: "Los que guardaban la valija en el ropero ni bien llegaban a España, decían «vale», «tío» y «hostias». Y los que teníamos la valija sin guardar manteníamos las costumbres, como por ejemplo el mate o el yeísmo. Decíamos yuvia, decíamos caye".

A continuación, Casciari narra las epopeyas de Messi en el Fútbol Club Barcelona. Y lo importante que era para los argentinos que compartían espacio tiempo con él en aquella Barcelona: "A todos nos costaba mucho seguir diciendo gambeta en vez de regate, pero al mismo tiempo sabíamos que era nuestra trinchera final. Y Messi fue nuestro líder en esa batalla. El chico aquel que no hablaba, nos mantenía viva la forma de hablar". Y todos eso emigrantes compartían algo con el 10: "Además de sus goles, celebrábamos que, en el vestuario, siempre tuviera el termo y el mate. De repente era el humano más famoso de Barcelona pero, igual que nosotros, nunca dejaba de ser un argentino en otra parte".

Pero mientras sus compatriotas en España eran felices gracias a Messi, desde Argentina venían las críticas. Un hecho que siempre provocó un gran dolor en el futbolista y su familia: "Viví quince años lejos de Argentina, y no se me ocurre pesadilla más espantosa que escuchar voces de desprecio que llegan del lugar que más querés en el mundo. Ni dolor más insoportable que oír, en la voz de tu hijo, la frase que escuchó Messi de su hijo Thiago:  «Papá, ¿por qué te matan en Argentina?». Se me corta la respiración cuando pienso en esa frase de un chico a un padre. Y sé que una persona corriente terminaría invadida por el rencor".

Messi, ante la frustración de no hacer algo grande con su selección y ser los hombros sobre los que un país carga una fuerte presión, decició renunciar a la albiceleste en 2016. Para volver, renacido, alzándose primero con la Copa América y, por fin, el tan ansiado Mundial: "Ahora algunos inmigrantes ya volvimos; otros se quedaron. Y todos disfrutamos ver a Messi volver a casa con la Copa del Mundo en su valija sin guardar. Esta historia épica no hubiera ocurrido nunca, si el Lionel de quince años hubiera escondido su valija en el ropero. Si de chico hubiera sucumbido al «vale» y al «hostia, tío». Pero nunca equivocó su acento ni olvidó su lugar en el mundo. Por eso la Humanidad entera deseaba el triunfo Lionel con tanta fuerza. Nunca nadie había visto, en la cima del mundo, a un hombre sencillo".

Tras la publicación, Hernan Casciari recibió un mensaje. Era el de Lionel Messi confesando que había llorado junto a su mujer, Antonella Roccuzzo, al leer su texto.