La difunta Isabel II no era solo conocida mundialmente por su longevo reinado en Inglaterra y los numerosos hechos históricos de los que ha sido testigo, sino también por otros aspectos de su vida cotidiana, como su pasión por los animales.

La monarca británica era una fiel amante de los perros corgis, tanto que tuvo durante su vida un linaje de más de 30 ejemplares. "Le encantan los animales y adora a los perros. Siempre lo ha hecho, fueron su primer amor y serán el último", aseguró Ingrid Seward, una biógrafa real, a Newsweek, poco antes de la defunción de la monarca.

Su amor por estos animales se remonta a la década de los 40, cuando su familia le regaló a Susan por sus 18 años y, desde entonces, el linaje desciende de esta primera perrita. En un árbol genealógico realizado por la BBC, puede verse cómo se ha extendido la familia de Susan a lo largo del reinado de Isabel II.

 

Debido a sus problemas de salud y complicaciones de movilidad, en 2015 la monarca tomó la drástica decisión de dejar de criar a los corgis tras la muerte de Willow, el último descendiente de Susan y porque le preocupaba el futuro de ellos una vez que ella falleciese.

No obstante, cabe destacar que el linaje de estos perros ha declinado en una raza que la propia mandataria de Buckingham ha creado: los dorgis, un cruce de corgis y dachshund, y todo por un accidente. Todo sucedió cuando uno de ellos se apareó con Pipkin, la perra de la princesa Margarita.

La regla de no tener más perros en la familia se rompió justo el año pasado, cuando el príncipe Andrés le regaló a su madre el corgi Muick y el dorgi Fergus, aunque este último falleció tres meses después, por lo que Isabel II adquirió a Sandy. Pero esta no fue la única, ya que también en 2021 la reina adoptó a Lissie, un cocker spaniel de cuatro años.

 

El destino incierto de sus últimos corgis

Ahora, con su reciente fallecimiento, queda por determinar el destino de sus últimas mascotas: dos corgis, Muick y Sandy; un dorgi, Candy -cruce de corgi y dachshund- y dos cocker spaniel. A pesar de que aún no hay confirmación al respecto, todo apunta a que serían los descendientes de Isabel II los que se hagan cargo de ellos, desde sus hijos a sus nietos.

"Imagino que los perros serán cuidados por la familia, probablemente por el príncipe Andrés, ya que es él quien se los regaló", señala la autora Penny Junor en conversaciones con Newsweek. No obstante, también cabe la posibilidad de que queden al cuidado del propio personal de la reina, ya que ha estado muy ligado al cuidado de sus animales.

Isabel II con uno de sus corgis en el Palacio de Buckingham. EP.

La reina Isabel II con uno de sus perros en el Palacio de Buckingham. EP. 

Devoción por los caballos pura sangre

Su amor por los animales no solo se remitió a los corgis, sino que Isabel II también se dedicó a la crianza de caballos pura sangre durante décadas. En 2020, y con motivo de la pandemia de coronavirus, la reina se trasladó junto a su marido, el duque de Edimburgo, al castillo de Windsor para aislarse de posibles contagios, y fue en aquellos momentos cuando concedió una entrevista a la revista Horse & Hound, en la que detalló su pasión por el mundo ecuestre.

Isabel II en su 96ª cumpleaños con dos ponis. EP.

Isabel II en su 96ª cumpleaños con dos ponis. EP.

En la lista de los caballos que más quiso, la monarca destacó a Sanction, el último en el que se subió. También destacó a Burmese, un regalo de la Policía Montada Real de Canadá en 1969, con el que desfiló en el Trooping the Colour durante 18 años, hasta que en 1986 decidió ir montada en carruaje.

Sin embargo, y de nuevo por su estado de salud, durante sus últimos años de vida no podía montar en caballo, por lo que se dedicó a montar en poni. Así pudo verse durante su estancia en Windsor en el mes de mayo de 2020, a lomos de Fern, de la raza Fell.