Gabriel Rufián ha intervenido esta mañana en el Pleno del Congreso de los Diputados para preguntar al Gobierno durante su sesión de control. El político ha iniciado su discurso en clave de humor con un comentario sobre el lapsus que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha tenido al referirse a él: “Que me espíen, vale, pero que me llamen Abascal ya me fastidia”.

El portavoz del Grupo Republicano ha afirmado que “el Estado ha espiado, espía y espiará de forma alegal” porque se lo han revelado “sus cargos de Interior -señalando a las bancadas del PSOE y del PP- de los últimos 40 años en tres comisiones de investigación”. “La única pregunta es si ustedes lo ordenaran. Si lo ordenaron, es terriblemente grave, pero si no lo ordenaron, lo es aún más”, ha cuestionado Rufián para sentenciar que esto “significa que no han limpiado sus cloacas”: “Cuando no se limpian, se llenan de ratas y se lo comen todo”.

El momento creativo de Rufián ha llegado cuando ha espetado al PSOE que existe “la sospecha de que no les gusta Esquerra, Bildu, Compromís, Más País” o incluso su socio de gobierno, Unidas Podemos. “No pasa nada, díganlo”, alentaba el político catalán, antes de soltar el nuevo mote con el que ha definido al Partido Popular: “Tiene una alternativa: el PP, que es de centro. De centro penitenciario”. Sus palabras han suscitado risas y murmullos en el Pleno del Congreso después de acabar la frase pronunciando únicamente el nombre de Feijóo, nuevo presidente del Partido Popular elegido hace menos de un mes en su XX Congreso Nacional Extraordinario.

Gabriel Rufián ha vuelto a apelar al PSOE recordándole que “tiene esa alternativa”, pero que, “ahora bien, sus votantes lo tienen que saber”. En la última parte de su discurso, el diputado ha apostado “por la palabra, el diálogo y la negociación” porque “es la ideología de los normales, de los más frente a los menos”.

Sin embargo, ha terminado dirigiéndose a Sánchez para que le pida “el teléfono al señor Casero”, diputado del PP, dando a entender que desde ERC no están dispuestos a continuar como aliados parlamentarios. Al acabar su intervención, algunos miembros de la Cámara Baja le han aplaudido y los micrófonos han dejado escuchar un “¡sinvergüenza!”.