El cocinero español Daniel Sancho, que lleva preso en Tailandia desde el pasado 7 de agosto acusado del asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta, ha dado nuevas declaraciones a escasas semanas de la celebración de su juicio. 

"Estoy convencido de que me van a absolver porque va a quedar demostrado que actué en defensa propia", ha afirmado Sancho desde la cárcel de Samui al ser preguntado por cómo afronta la posibilidad de que le condenen por asesinato en un país donde esa clase de delitos están penados con la muerte. 

A su vez, además del crimen de asesinato premeditado, del que Sancho se declaró no culpable, también está acusado de haber ocultado el cuerpo de Arrieta tras el descuartizamiento. Este segundo delito sí ha sido admitido por el español y podría acarrearle hasta un año de cárcel.

"Me encuentro bien de ánimo. Tengo ganas de que comience el juicio, de que por fin se me escuche y poder aclarar las distorsiones, los malentendidos y todas las mentiras que se han dicho", aseguró ante la Agencia EFE la pasada semana.

La Fiscalía tailandesa determinó, tras dos meses de investigación policial, que Sancho "había planeado el asesinato" y que "empleó la violencia" para asesinar a Arrieta, pero que se desconocían los métodos que había empleado para ello.

"Voy a demostrar lo que realmente pasó"

"Mi objetivo en el juicio es demostrar que fue en defensa propia. Voy a demostrar lo que realmente pasó", se reafirmó Sancho, que fue respondiendo a las preguntas tras un cristal y mediante un teléfono en la sala de visitas de la cárcel, a la que no está permitido pasar con dispositivos electrónicos.

Sancho sostiene que la muerte de Arrieta se debió a una pelea en la que el colombiano se golpeó la cabeza. "Fue una pelea que yo no empecé y que tuvo un desenlace fatal que yo nunca habría querido", expresó el español, quien, por otro lado, sí reconoció que descuartizó el cuerpo del colombiano y repartió los restos en varias localizaciones de la isla, incluido el mar, para esconderlo. La autopsia de Arrieta ha sido incapaz de establecer una causa concluyente del su fallecimiento, al no haberse encontrado algunas partes del cuerpo, entre ellas el torso.

Sancho y Arrieta se conocieron a través de Instagram por su interés común por la gastronomía. El joven, hijo del actor Rodolfo Sancho y la analista de inversiones Silvia Bronchalo, quedó bajo custodia policial cuando el 3 de agosto acudió a la comisaría de Phangan para denunciar la desaparición de Arrieta. Dos días después, fue detenido tras confesar la autoría del crimen.

Solo tres semanas para el juicio

El próximo 9 de abril se celebrará el juicio sobre este caso que ha suscitado un elevado interés mediático. Sancho prepara a diario su defensa y asegura que confía en los tribunales de Tailandia. "Creo que se va a hacer justicia cuando por fin se me escuche", mantuvo el joven, que aún desconoce los días en concreto en los que tendrá que declarar y que tendrá un intérprete en español para ayudarle.

Sancho estará representado por el abogado de oficio tailandés Aprichat Srinuel y apoyado adicionalmente por un equipo legal en Madrid liderado por el letrado Marcos García Montes.

La Fiscalía tailandesa le acusa de tres delitos: además del asesinato premeditado y la ocultación del cuerpo de Edwin Arrieta, Sancho también hace frente a un cargo por la destrucción del pasaporte de la víctima, castigado hasta con cinco años de pena.

A su vez, la familia de Arrieta estará en el juicio como coacusación a través del despacho español Ospina Abogados y un equipo legal tailandés. Los familiares de la víctima y el equipo citado aseguraron recientemente que la Fiscalía cuenta con más de 50 pruebas que demostrarían que el crimen fue un homicidio con premeditación, como, por ejemplo, la compra de cuchillos que Daniel Sancho llevó a cabo un día antes de los hechos.

Se espera que el juicio en el Tribunal Provincial de Samui será largo, intenso y tendrá una duración mínima de 14 sesiones, en las que declararán hasta 50 testigos. La sentencia se dictará, previsiblemente, entre cuatro y ocho semanas después.

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