Carmen Lomana, empresaria y tertuliana en varios programas de radio y televisión, se ha abierto en canal con Telemadrid hablando sobre la relación que tuvo con su marido, Guillermo Capdevilla, al que considera el hombre de su vida.

Fue con tan solo 18 años cuando Carmen Lomana abandonó España para buscar una nueva vida en Londres, donde encontraría al que terminó siendo su marido. “Para mí era la modernidad. Los Rolling Stone, Pink Floyd…”, explica en una entrevista con la cadena madrileña. Fue en una noche en un local de Jazz de Chelsea donde conoció a Capdevilla y seis meses después se dieron el ‘sí, quiero’ en Llanes, Asturias, con 22 años ella y 27 él.

“Todos solemos tener una persona en la vida que nunca se olvida”, comenta, describiendo a Guillermo Capdevilla como un ser con una personalidad arrolladora y una mente de lo más brillante.

Lomana ha explicado que su marido venía de una familia burguesa de Santiago de Chile: “Cuando salió Allende fue algo maravilloso, porque era la primera vez que salía un gobierno socialista en las urnas de Latinoamérica. Guillermo estuvo trabajando para él en el Ministerio de Industria. Tenían un grupo interdisciplinario de diseño industrial”.

Pero su trayectoria se vio truncada por el golpe de estado de Pinochet. La celebrity cuenta que le detuvieron a los tres días y que le metieron preso en el Estadio Nacional durante tres meses. Después de eso, según cuenta Lomana, no se lo pensó dos veces y decidió probar suerte en Europa, donde la terminó conociendo.

Después de una temporada en Chelsea, donde vivía junto a su novia, se mudaron a España, donde triunfó y se convirtió en uno de los referentes y en el pionero del diseño industrial del País Vasco en los años 80.

La popularidad de la pareja fue en aumento durante los años, pero la suerte de ambos se truncó. Lomana se quedó embaraza de un niño que nunca llegó al mundo porque sufrió un aborto y poco tiempo después Guillermo Capdevilla perdió la vida en un accidente de coche tras 25 años de matrimonio, en 1999. 

“Fue muy difícil y duro gestionar todo esto. No quería vivir, no me interesaba. Con lo vitalista que soy yo”, ha reconocido. Uno de sus apoyos fundamentales en esta época, ha explicado, fue su madre: “Ella me decía: ‘Es hora de cerrar esta etapa, creo que te estás muriendo de pena’”.

Fue por eso por lo que se trasladó a Madrid: “Me vine a Madrid porque no tenía recuerdos de Guillermo aquí. Por eso me vine”.