Ha sido una de las votaciones más sonadas, recientemente, en el Congreso de los Diputados. Cerrando el curso, antes de que los políticos de la cámara parlamentaria tomaran vacaciones, aunque con los votos en contra del PP y Vox, se aprobaba la reforma del reglamento relacionado con las acreditaciones de los periodistas que cubren allí la información de actualidad, que pasa a contemplar sanciones para a aquellos que no cumplan con unas normas de comportamiento. El objetivo que persigue este cambio es claro, siendo poner fin al acoso de agitadores y pseudoperiodistas a periodistas y políticos.

Un nuevo reglamento que incluiría por estos casos, entre estas sanciones, la retirada de manera temporal de la acreditación. Además, las faltas de respeto, los insultos o las amenazas serán consideradas infracciones muy graves.

Este fue un tema que se trató en la tertulia de Más vale tarde, donde hablaron de las normas de conducta y el código deontológico que siguen los periodistas y que los agitadores se saltan. Unas figuras que en la mesa subrayaron no representan al colectivo de la información y que se dedican a boicotear las ruedas de prensa de los partidos de izquierda. Aunque celebraban la reforma del reglamento, que permitirá calmar las aguas en los pasillos del Congreso, la presentadora, Marina Valdés, se preguntaba si terminará de ser efectiva: "La pregunta es si van a cumplir algo de lo que se ha aprobado hoy... como se dedican a boicotearlo todo. Me imagino que montarán barullo, aunque sea en la puerta".

Por su parte, Ramón Espinar quiso resaltar que esta medida es importante porque los activistas tiene que "estar en la calle, no dentro del Congreso o los juzgados". Así, recordaba algún momento en que se han saltado el límite de lo publicable y que, lejos de mantenerse alejado de la actividad política y solo dedicarse a informar como debería ser, Vito Quiles formó parte de la candidatura electoral del partido Se Acabó La Fiesta. Una visión la de Espinar a la que Valdés añadía: "Los periodistas no podemos ser políticos ni intentos de ello".

El poeta Benjamín Prado también ofrecía su opinión en este debate. De esta manera, explicaba que a estos agitadores, que son tres o cuatro, los conoce todo el mundo, también, porque los propios medios publican en Prime Time los "cristos" que montan. Así, cuestionaba si el primer cordón sanitario que se les debería de hacer podría plantearse a nivel mediático para que no dispongan de mayor visibilidad, ya que, según él, "no aportan nada, solo sirven para interrumpir la rueda de prensa o para que el político que esté en el atril no pueda hablar". Planteaba, además, en defensa de la profesión periodística, que si no fuera por la labor de los periodistas muchos de los casos que vienen saliendo últimamente no los conoceríamos pues son los que sacan los casos de corrupción. Así, ante la constante molestia que ejercen estos agitadores, Prado sentenciaba que "estos son como un idiota que entra con una flauta y empieza a tocar en medio de una filarmónica y se acabó el concierto, la música y Mozart porque hay un memo con una flauta".

Más allá de las preguntas incómodas, que estos agitadores afirman realizar y que son perfectamente respetables y necesarias, el problema que se ha dado en los pasillos del Congreso de los Diputados se ha basado en una cuestión de respeto, ya que, por ejemplo, no han solido respetar la decisión de un político, totalmente legítima, de no contestar una de sus preguntas, y, ante ello, arrancan a interrumpir la atención al resto de medios, dificultando mucho la labor. Más allá del show, la cuestión también radica en los insultos que profieren cuando plantean sus cuestiones o a otros periodistas, algo muy alejado de lo que es el periodismo y que ensucia la profesión. Se trata, en definitiva, de convivencia, no de negarles buscar sus temas o exponer malas praxis de algunos políticos. 

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