El arranque de temporada del programa En boca de todos en Cuatro ha estado marcado por la polémica que rodea a Sarah Santaolalla, colaboradora de RTVE que se ha convertido en el nuevo blanco de la ofensiva del Partido Popular. La formación conservadora ha pedido su cese tras unas declaraciones en las que afirmó que “hay que ser muy idiota o tener muy poca información para seguir creyéndote al Partido Popular o a Vox”, unas palabras que el PP ha calificado de insulto al electorado y que incluso han motivado una batería de preguntas en el Congreso para esclarecer su relación contractual con la corporación pública.

La tertuliana Marta Nebot fue una de las voces más contundentes en defensa de Santaolalla. En pleno debate, denunció el tono y el contenido de las palabras del vicesecretario de Igualdad del PP, Jaime de los Santos, que en una intervención mezcló a la colaboradora con referencias a “mujeres prostituidas pagadas del erario público”. “En el textual no dice que es prostituta, pero hace un totum revolutum que no tiene un pase. Estamos hablando de un dirigente que tendría que tratar a las mujeres con mimo”, señaló Nebot.

La periodista fue más allá y puso el foco en lo que considera un patrón de señalamiento específico: “A Sarah le pasa esto por ser mujer, por ser guapa, por ser joven, por ser llamativa y por ser provocadora”, afirmó. Y lanzó un reto: “Si nos hacen un examen a todos de lo que decimos los contertulios, hay muchos señoros y muchas señoras que han dicho cosas igual o más graves. Y, sin embargo, no estamos en la picota como ella. Ella lo paga por ser quien es y por ser como es. Invito a que se haga hemeroteca”.

La ofensiva del PP contra Santaolalla ha servido también para cuestionar la imparcialidad de RTVE, a la que acusan de servir como altavoz del Gobierno. Desde la dirección de la corporación, sin embargo, se ha defendido el derecho de sus colaboradores a expresarse libremente dentro del marco del pluralismo. El propio presidente de RTVE, José Pablo López, ha asegurado que “la libertad de expresión incómoda no debilita la democracia; lo que realmente la erosiona es el silencio ante los bulos y la desinformación”.

La joven colaboradora salmantina, de 26 años, con formación en Comunicación Audiovisual y Derecho, se ha convertido en un rostro recurrente en programas como Mañaneros 360, Malas Lenguas o Todo es mentira. Su estilo directo y sin concesiones ha atraído apoyos y críticas a partes iguales, y ahora la ha situado en el centro de un debate que trasciende lo personal: el papel de RTVE como espacio plural frente a las presiones políticas.

Compañeros como Marta Flich han mostrado públicamente su apoyo. La presentadora escribió en redes sociales un mensaje dirigido a Santaolalla: “¿Sabes qué, Sarah? Que te quiero. Gracias por tanto”. Mensajes que buscan contrarrestar lo que desde parte del sector se interpreta como una campaña de acoso y derribo orquestada contra ella.

Más allá de la controversia inmediata, el caso plantea interrogantes de fondo: ¿Debe una colaboradora ser censurada por unas declaraciones incómodas, o es precisamente esa incomodidad la que garantiza la pluralidad en un medio público? Como señaló Nebot en Cuatro, el debate ya no es solo sobre Sarah Santaolalla, sino sobre el derecho de las voces jóvenes y críticas a tener espacio en la televisión pública sin miedo a ser apartadas por su discurso.

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