Llevo varios años saliendo como ‘tontuliana’ en televisión. Jamás he pretendido imponer mi criterio a quienes me ven. Hasta ahí podíamos llegar. A mi me pagan (sí, sorpresa en las Gaunas, cobramos por trabajar) por opinar. Y como dice una frase muy vieja, las opiniones son como el agujero del ‘buyayu’, cada uno tiene una. Por eso asumo las críticas. Es más, me gustan si son racionales, y a ser posible escritas sin faltas de ortografía. Pero soy mujer, oh my good qué cruz, así que en mi caso me encuentro día sí y día también con los que me llaman gorda.

Ojo, que estoy gorda, y no lo niego. Pero me llega al alma que pocas veces hacen referencia a lo que digo. Eso sí, hablar de mi cuerpo y mi forma de vestir con mis camisetas de rock (Chris Cornell es Dios y de ahí no me bajo) parece que se va a convertir en deporte nacional. Cuento esto porque les aseguro, lectores, que eso no les pasa a mis compañeros hombres. Esto, lo de que se metan con nuestro cuerpo y nuestra ropa, nos pasa a las mujeres.

Esta semana estoy viendo como el centro de la diana machista tiene nombre y apellidos. De nombre Sarah, y de apellido Santaolalla. El PP y las hordas de derechas, unas más fascistas que otras, están cargando contra la compañera como hacía tiempo que no veía. De verdad que no salgo de mi asombro. Hablando de ella han llegado a hacer un símil con la prostitución traspasando todas las líneas rojas.

Y es en este punto en el que voy a decirlo alto y claro: sois unos machistas de tomo y lomo. El discurso de Sarah Santaolalla es duro, eso es indiscutible, pero también lo es que tiene compañeros que no calzan ovarios que tienen la misma dureza en el discurso. Pero no, vamos contra ella que, además de tener un discurso buenísimo, es guapísima y tiene un cuerpo de escándalo (envidia le tengo). Pero no vamos a arremeter contra el resto de la mesa, no, vamos a destruir a una profesional que podremos coincidir o no con ella, pero que no podemos dejar de reconocerle que es buena, muy buena. Si no de qué estas hostias gratuitas.

Todas somos Sarah

Es en este momento cuando voy a hablar de las mujeres en el periodismo. En los años que llevo en tertulias, tanto a mis compañeras de derechas, donde tengo muchas que son muy amigas, como de izquierdas, les han dicho de todo con sus físicos y sus formas de vestir. Sus discursos siempre han quedado en segundo plano. Pues ya está bien. Estoy muy harta de los machistas en redes. Señoras y señores, todas somo Sarah Santaolalla y no podemos callar ante este tipo de ataques. Si la atacan a ella, creánme, nos atacan a todas.

Pero más allá de los machirulos patrios que pueblan las redes, mención especial se merece el hecho de que un partido político que se supone “de Estado” entre a esto. Eso me mata. ¿Me está diciendo en serio señor Feijóo que no tiene algo político contra el Gobierno, un discurso de Estado, un argumentario sobre economía o lo que sea, que se dedica a postularse a presidente de Machistas de España? Ver para creer.

Señores del PP: si quieren ustedes hacer casus belli de lo que tildan de parcialidad en TVE me parece perfecto y lícito, pero no centren el tiro en Sarah Santaolalla, pues es de una bajeza moral absoluta. Sean como la mujer del César (me voy a poner a su altura en esto del machismo a ver si lo entienden en modo Barrio Sésamo): no sean solo castos sino que intenten parecerlo.