El viernes, 15 de agosto, tendrá lugar una reunión que lleva despertando gran expectación desde hace unos días. Será la que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo de Rusia, Vladimir Putin, mantendrán, finalmente, en la fría región de Alaska. Un encuentro en el que ambos, en principio, tratarán de encontrar vías con las que encontrar un fin al conflicto armado entre el país dirigido por Putin y Ucrania, el cual se viene manteniendo desde que en 2022 el ruso tomará la decisión de invadir el territorio ucraniano. 

Esta será una reunión que no contará con una de las partes de esta guerra, la que se viene defendiendo después del primer ataque Ruso. Trump y Putin buscarán una solución sin que en la mesa se encuentre Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania, a quien parece haberse obviado para esta conversación que tendrá lugar en Alaska en los próximos días, algo que ha despertado el malestar del ucraniano que, tras conocer la noticia,  aseguraba que su país "no entregará sus tierras a los ocupantes y que no recompensará a Rusia por lo que ha perpetrado", pues la Casa Blanca intenta persuadir a los líderes europeos para que apoyen un acuerdo de alto el fuego que cedería a Rusia amplias extensiones de territorio ucraniano. De esta manera, alegaba que "esta guerra debe terminar, y Rusia debe terminarla. Rusia la inició y la está prolongando, ignorando todos los plazos, y ese es el problema, no otro"

Aunque el presidente estadounidense no ha descartado la posible presencia del ucraniano, todavía no se conoce si, finalmente, se le invitará y, en este momento, Zelensky tampoco ha comunicado haber recibido ninguna invitación. En el programa Más vale tarde, de La Sexta, analizaban lo que puede ocurrir en esta reunión y el por qué de elegir Alaska. El experto en Relaciones Internacionales, Pedro Rodríguez, entraba en detalles.

Comenzaba recordando un curioso dato, siendo este que  Alaska fue comprado en 1876 por los estadounidenses, precisamente, al imperio ruso por en torno a 7 millones de dólares. En este sentido, exponía que se convierte en un ejemplo de que el territorio puede convertirse en moneda de cambio entre dos países, a lo que añadía, irónicamente, "espero que, conociendo a Putin, hayan guardado el recibo". En lo referido al conflicto, aseguraba que "no me gusta nada que se discuta qué va a pasar sin Ucrania, que esta decisión fundamental sobre cómo puede acabar esta guerra, sea una decisión bilateral entre los Estados Unidos y Rusia".  Así, en lo referido a la forma que Trump tiene de abordar los asuntos de Relaciones Internacionales, 

El problema de Trump es que, muchas veces, ve la diplomacia y el mundo a través del embudo del ladrillo como magnate inmobiliario y piensa que es posible solucionar esto con una permuta y recalificación de terrenos

De esta manera, apuntaba que esto es "muy problemático" porque atenta contra una cuestión que viene siendo fundamental desde la Segunda Guerra Mundial como es que las fronteras no se cambian por el uso de la fuerza. Por ello, subrayaba que de Ucrania dependen numerosos conflictos en todo el mundo, ya que, según alegaba, numerosos líderes mundiales con pretensión de alterar sus fronteras y no, precisamente, a través del diálogo, "desde el propio Donald Trump hasta China". 

Una serie de circunstancia por las que definía lo que vaya a ocurrir en Alaska como crucial. "No solo es el futuro de Ucrania, es el futuro de la seguridad en Europa y es el futuro de un mundo cada vez más peligroso".

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