Si la bella durmiente hubiese tocado la famosa rueca hace un par de años y se despertase hoy, probablemente una de las cosas que más le llamarían la atención sería no ver un solo coche autónomo por nuestras calles.

No crean que tendría que haber pasado mucho tiempo en su lecho: en febrero de 2019, Elon Musk [CEO de Tesla] afirmaba: “Creo que este año habrá un coche autoconducido completamente funcional, lo que significa que será capaz de encontrarte en un parking, recogerte y llevarte a tu destino sin intervención. Diría que estoy seguro de eso. No es un interrogante”.

En 2016, Ford dijo que tendría disponible un vehículo sin volante ni pedales en 2021. El año siguiente, General Motors afirmaba que Cruise, la compañía de coches autónomos que adquirió en 2016, lanzaría un taxi autoconducido a finales de 2019. A principios de 2018, Uber anunció que ofrecería a sus clientes desplazamientos sin conductor en 2019.

Pues va a ser que no, como dicen en mi barrio. “Hemos sobreestimado la llegada de los vehículos autónomos”, reconocía el CEO de Ford, Jim Hackett, en abril del año pasado.

Hemos sobreestimado la llegada de los vehículos autónomos [Jim Hackett, CEO de Ford]

Inversión casi sin límite

Y no será por falta de financiación. Google ha dedicado ya más de 1.000 millones de euros para su desarrollo a través de Waymo. Según Leasing Options, la inversión total supera los 100.000 millones de dólares [unos 90.000 millones de euros]. Y AlixPartners calcula que a finales de 2025 la cifra ascenderá a 85.000 millones.

No es que no se haya conseguido nada, por supuesto. Waymo anunció el 6 de enero que sus vehículos autónomos han recorrido ya 20 millones de millas [más de 32 millones de kilómetros] en vías públicas. Pero todo queda muy lejos de las expectativas generadas.

A los seres humanos se nos da fatal analizar el impacto de la tecnología

Motivos

¿Cuáles son los motivos? El primero, sin duda, es que a los seres humanos se nos da fatal analizar el impacto de la tecnología. Cualquier analista dirá que la sobreestimamos a corto plazo y la subestimamos a largo. Por supuesto, es debido a un motivo real. Existe una regla en el mundo de la ingeniería según la cual el primer 90 por ciento de la solución de un problema consume el 10 por ciento del tiempo, mientras que el 10 por ciento final te lleva el 90 por ciento del tiempo.

En segundo lugar, los expertos señalan como causa de estos retrasos a la legislación. Las normativas son variadas entre diferentes países [o incluso dentro de una misma nación, como sucede en Estados Unidos] y muy exigentes. Las exigencias de los reguladores son altas, como corresponde a algo tan delicado y en lo que están en juego tantas vidas, como es el tráfico.

La propia tecnología todavía tiene lagunas, como el hielo negro o las vías sin asfaltar, según los investigadores del MIT, quienes aseguran que a menos que Musk sea consciente de algún descubrimiento tecnológico del que todavía nadie sepa nada, sus plazos para un Tesla nivel 5 no son realistas. Incluso uno de ellos, consultado por Business Insider, afirmaba que “muchas de esas condiciones son muy complejas y no son algo que Elon o cualquier otra persona vaya a resolver en la próxima década”.

Por último, hay cuestiones éticas. ¿Qué debe hacer un coche autónomo en una situación extrema en la que tiene que elegir entre salvar a sus ocupantes o a los peatones?, por ejemplo. Si recuerdan ustedes I robot, Del Spooner odia a los robots precisamente porque uno de ellos decidió salvarlo a él en lugar de a una niña de doce años, tras un accidente.

Optimismo injustificado

Ninguno de esos condicionantes parece poder ser superado en breve. Sin embargo, algunos fabricantes siguen insistiendo en poner fechas… digamos que optimistas. El propio Musk, sin ir más lejos, insistía el año pasado en que Tesla contará a finales de 2020 con vehículos con nivel 5 de capacidades de autoconducción [el nivel máximo según la Society of Automotive Engineers]. “Puede que esté equivocado, pero parece que Tesla está muy por delante de todos los demás”, afirmaba en abril.

“No va a suceder nada de eso”, explicaba a Business Insider Raj Rajkumar, co-director de General Motors-Carnegie Mellon Connected and Autonomous Driving Collaborative Research Lab en referencia a las predicciones de Musk para este año. “En 2021 tampoco va suceder”, añadía.

No parece que vaya a haber coches autoconducidos circulando por nuestras calles pronto. Sin embargo, eso no significa que no haya otros vehículos autónomos que lo hagan. Los chicos listos de la clase han resultado ser los que han vuelto sus miradas hacia el campo.

Otros vehículos

Es el caso de Zack James, a quien se le ocurrió la idea de crear tractores autónomos mientras estudiaba Derecho en la universidad de Michigan. En 2017 creó su empresa, Rabbit Tractors, y ahora los fabrica, lejos de la complejidad regulatoria del tráfico. Sus “minitractores”, con un peso de unos 90 kilos, son capaces de realizar las mismas labores que los grandes, en fincas más pequeñas y con un coste mucho menor. Están orientados a la “agricultura de precisión”, en la que se diagnostican y cultivan las plantas de forma individual, se utilizan los fertilizantes exactos para las necesidades de cada una de ellas y se rocían los pesticidas solo donde son necesarios.

No es lo mismo hacer pruebas en un campo vacío, con un tractor que, según explica el propio James “si es necesario puedo agarrar y darle la vuelta”, que por una carretera con tráfico real. La U.S. National Highway Traffic Safety Administration ha abierto una investigación sobre los doce accidentes -al menos tres de los cuales resultaron ser fatales- en los que ha podido estar involucrado un Tesla con el piloto automático activado.

Por el contrario, el percance más grave que ha tenido James ha sido que uno de sus vehículos chocara contra un árbol y “no les pasó nada a ninguno de los dos”. Son las ventajas de moverse a menos de 20 kilómetros por hora.

Si lo que espera la bella durmiente es despertar en un mundo lleno de vehículos autónomos, se puede echar una siesta de unos años… o irse al campo.