Hace tiempo que distintos grupos de investigación buscan la manera de hacer que las personas con lesiones de médula espinal puedan caminar de nuevo, algo que hasta hace bien poco, se relacionaba exclusivamente con la ciencia ficción.

El ejemplo más evidente es el exoesqueleto. No son pocas las películas que han explotado este tipo de 'armaduras' que, en realidad, serían la aplicación a los humanos de lo que la ciencia define como el esqueleto externo continuo que “recubre, protege y soporta el cuerpo de un animal, hongo o protista”. El exoesqueleto es la cubierta de toda “la superficie de los animales del filo artrópodos cumpliendo una función protectora, de respiración y otra mecánica”.

A partir de esta descripción, muchas industrias, en especial la militar, observaron los posibles beneficios bélicos de estos artilugios. Otras, como la sanitaria, se han servido de lo desarrollado en los ejércitos, sobre todo el estadounidense, para buscar su aplicación a personas con lesión medular.

Nuestro país es uno de los que más ha avanzado en el impulso de los exoesqueletos como solución para quienes no pueden caminar. Sin embargo, uno de los escollos más difíciles de salvar con los que se encuentran estas investigaciones tiene que ver con el coste, primero para su desarrollo y luego para llevar a cabo su comercialización (con un precio medio de entre 80.000 y 100.000 euros por unidad).

De bajo coste

Esto hasta ahora, porque un grupo de investigación especializada en Ingeniería Biomecánica de la Universitat Politècnica de Catalunya, trabaja en el desarrollo de ABLE (Assitive Biorobotic Low-cost Exoskeleton), es decir, un exoesqueleto robótico.

Según explica a ELPLURAL.COM Josep Maria Font, director de este grupo, una de las principales características de esta tecnología que “ayuda a caminar a personas con lesión medular que ahora mismo no pueden hacerlo” y que le diferencia de otros proyectos, es que está diseñada para que su precio de comercialización sea sensiblemente inferior a lo conocido hasta ahora.

[[{"fid":"70345","view_mode":"ancho_total","fields":{},"type":"media","attributes":{"alt":"Josep Maria Font (4º por la dcha.) asegura que lo más importante \\\"es poder beneficiar al mayor número posible de afectados por lesión medular\\\".","title":"Josep Maria Font (4º por la dcha.) asegura que lo más importante \\\"es poder beneficiar al mayor número posible de afectados por lesión medular\\\".","class":"img-responsive media-element file-ancho-total"}}]]Josep Maria Font (4º por la dcha.) asegura que lo más importante "es poder beneficiar al mayor número posible de afectados por lesión medular".

“Lo importante es que pueda beneficiar al mayor número de personas posible”, señala Font quien, además, revela que el exoesqueleto ABLE frente a otros que “hay en el mercado y que tienen una producción más costosa, son muy pesados y difíciles de manejar”, presenta “un coste muy ajustado, es mucho más ligero y tiene un uso más sencillo”.

Medio millón de lesionados al año

En la actualidad, según datos de organizaciones especializadas en la materia, en el conjunto del planeta entre 250.000 y 500.000 personas sufren una lesión medular. Si ya es traumático por sí misma una patología de este tipo, otras dolencias (diabetes u osteoporosis) que la acompañan complican aún más la vida de quienes la padecen.

El leitmotiv de los trabajos de este grupo de la Politècnica de Catalunya (en la primera fase de diseño también tomaron parte equipos de las universidades de A Coruña y Extremadura) es, precisamente, tratar de mejorar la calidad de vida de estas personas. Para ello, también es fundamental el apartado del diseño, que huye de los modelos más robóticos para hacer que “se parezca más a la ortopedia”, indica el director de la investigación, aclarando que “lo que hemos hecho es aplicar ciertos módulos a material de ortopedia ya existente”.

El exoesqueleto ABLE se sirve únicamente de los mecanismos y sensores esenciales para la recuperación de la función de caminar de los pacientes con lesión medular. En concreto, se trata de tres componentes modulares que se sitúan en la rodilla (hace la función de músculo artificial), otro sensor en la zona de la tibia (para detectar la intención del usuario) y, por último, un contenedor en forma de mochila para transportar la electrónica y la batería.

Reconocimiento e impulso

Este proyecto es uno de los seleccionados en la última convocatoria de CaixaImpulse que ha permitido que el ABLE entre en una segunda fase que “está destinada a facilitar la transferencia al mercado de tecnología para el sector de la salud que está en una etapa precomercial” según Josep Maria Font.

Entrar en este programa de CaixaImpulse que promueven la Obra Social “la Caixa” y Caixa Capital Risc es, a su juicio, “un gran impulso para que los investigadores podamos transferir estos proyectos a la sociedad”.

En este sentido, resalta, este reconocimiento es importante “no sólo por la parte económica”, sino porque supone “una oportunidad muy bonita, ya que nos invita a los investigadores a salir de la ‘zona de confort’, al tiempo que nos proporciona herramientas y formación para pensar en la parte de transferencia”. Y “todo ello sin olvidar el ecosistema que se crea con investigadores de toda España”.

Al final, gracias a una iniciativa como CaixaImpulse, “logramos que proyectos que se pagan con los impuestos como este del exoesqueleto reviertan en la sociedad, que la sociedad puede beneficiarse de él”.

Más beneficiarios

En este caso concreto, gracias a la financiación de CaixaImpulse, otras cinco personas podrán probar esta tecnología en el Instituto Guttman. La meta es que su precio -sin aventurarse Font a dar uno- se sitúe en torno a los 10.000 euros, es decir, sustancialmente inferior a lo que se conoce hasta ahora.

El director del equipo que desarrolla el exoesqueleto ABLE está convencido de que al final el proyecto se hará realidad. Una vez sea así, muchas personas con lesión medular se verán posibilitadas para realizar algo que habían perdido la esperanza de volver a hacer: caminar.