Lo primero que me pide es que “le rebaje el entusiasmo” a la hora de redactar la entrevista. Pero, en realidad no es necesario. Es verdad que es un creyente de blockchain y las criptomonedas, pero Íñigo Molero [director de comunicación de EthicHub] es sobre todo un visionario con los pies en la tierra, que ha sido capaz de crear un proyecto en el que todas las partes se benefician y con el que se puede cambiar el mundo y hacer negocio a la vez.

¿Cómo estáis utilizando las criptomonedas en EticHub?
Lo que Bitcoin nos demostró cuando surgió es que se habían roto las fronteras del dinero. Que era posible, con la tecnología, transmitir valor a través de Internet de forma gratuita, inmediata y segura. Y hay 500 millones de personas que son agricultores con actividades rentables, pero no pueden acceder a los servicios financieros tradicionales y para financiarse tienen que dirigirse al poquito dinero en efectivo que encuentran en sus comunidades. Estas personas están pagando intereses que superan el cien por ciento anual. Y, aun así, lo pagan, porque tienen una actividad rentable.
¿Qué tenemos en el otro lado, en países como el nuestro? Un exceso de dinero. Y como hay tanto dinero, los tipos de interés que nos dan por el dinero que tenemos en el banco son más baratos. Incluso, se puede dar la paradoja de que nos lleguen a cobrar por guardarnos nuestro dinero.
Esto es una disfuncionalidad, porque todos vivimos en el mismo planeta. Lo que hemos hecho en EthicHub es tender un puente tecnológico -utilizando la tecnología proxy- entre estos dos mundos. Nuestro propósito es romper el círculo de la pobreza que atenaza a estas personas, cuando el único problema que tienen es la falta de acceso a herramientas de financiación. Eso los ayudará a desarrollarse social y económicamente.

Nuestro propósito es romper el círculo de la pobreza que atenaza a estas personas

Pero, ¿qué ventaja real tiene usar una criptomoneda en lugar de dinero FIAT?
Una cosa que nos gusta mucho en EthicHub de la tecnología blockchain es que se crea una identidad digital, queda constancia de que son buenos pagadores. Eso hace que si tú has prestado a una comunidad para cinco proyectos y te han devuelto el dinero siempre, puedes decir “ya no hace falta que me den un quince, con que me den un diez es suficiente”. La tecnología nos permite hacer una especie de subasta inversa de tipos. Es decir, el dinero ofertado más barato es el que se ejecuta con el smart contract y les llega.
Nosotros utilizamos blockchain para romper las fronteras del dinero y para los smart contracts. Pero a ellos al final se les convierte a pesos mexicanos, lógicamente. Y el quince por ciento de rentabilidad lo pagan en pesos mexicanos. Nosotros lo convertimos en criptomonedas y a través del smart contract va directamente a las carteras de todos los que han prestado para la financiación de ese proyecto.

¿Cómo solucionáis la volatilidad?
Cuando presentamos la primera versión de la plataforma, construida sobre Ethereum, utilizamos Ether para traspasar el dinero. Pero es cierto que existe un problema de volatilidad. Lo que pasa es que para nosotros era muy importante prototipar el modelo, porque no podíamos montar toda la plataforma y que luego no hubiese interés por parte de los agricultores.
Ahora que sabemos que ese interés existen, la nueva versión de la plataforma incorpora Dai, que es una moneda estable que siempre está asociada al dólar: 1 dai siempre es un dólar.

Blockchain es la revolución industrial de internet, es una versión mejorada

¿Cuál es la principal barrera para vosotros?
El desconocimiento de la tecnología. Aún estamos todos pergeñando cómo puede ser la aplicación de la tecnología blockchain. Hay pocas aplicaciones reales y usuarios. Es algo que se tiene que construir poco a poco. Ese es nuestro mayor reto ahora mismo. Pero también estamos muy contentos. Yo llevo seis años en este mundillo y es increíble lo rápido que está avanzando todo. Y, cuando alcancemos masa crítica, el crecimiento será exponencial. Un poco lo que sucedió con internet, que surgió en los años setenta, pero no explotó hasta que algunos visionarios pensaron “esto se puede utilizar para enviar correo o para tal y cual”. Así empezaron a surgir las plataformas.
Blockchain es la revolución industrial de internet, es una versión mejorada. Si yo te envío una foto por internet, tú puedes duplicarla las veces que quieras. Pero si te mando una criptomoneda, yo ya no la tengo, la tienes tú y no puedes duplicarla. Por eso es un cambio revolucionarlo y estamos todos viendo cómo puede incidir en nuestras vidas. Y las inversiones que se están haciendo en torno a blockchain superan de largo las que se hicieron para internet en sus primeros años.

¿Cuál crees que será el futuro de las criptomonedas?
Yo creo que el éxito de cualquier criptomoneda se basa en tres patas: una, los desarrolladores, gente de mucho talento que está trabajando en mejorar; la segunda, es la fortaleza de la blockchain; y la tercera, los usuarios, porque si tienes la mejor moneda, pero no tienes usuarios, no tienes nada.
Por eso hay criptomonedas que son mejores y otras que son peores. Y algunas se quedarán por el camino, así como otros muchos proyectos que estamos viendo hoy en día. Pero para otros sí tiene sentido. Será un poco como sucedió con las puntocom, que hubo un hype enorme y luego se vinieron abajo. Pero han quedado proyectos que han sido capaces de crear un modelo de negocio y lo han consolidado y son grandes multinacionales. Pero evidentemente, muchas se quedarán por el camino porque no tienen ni el desarrollo, ni la comunidad, ni la fortaleza para hacerlas viables.