Seguro que han escuchado ustedes un montón de veces términos como “criptomoneda” o “bitcoin”. Incluso, puede que hasta hayan leído por algún sitio algo sobre “Ethereum” o un reportaje sobre “mineros digitales”. Pues bien, en El Telescopio nos hemos propuesto aclarar qué es todo esto del “dinero digital”. Y, para conseguirlo, hemos entrevistado a cinco expertos para que nos expliquen lo que hay que saber, qué es verdad y qué es mentira y cuáles son los riesgos.

El primero de ellos es Pablo Palma, Socio de EY responsable de los Servicios de Asesoramiento Tecnológico para el Mercado Financiero. Hablar con él es casi como asistir en directo a un curso sobre criptomonedas. Lo sabe todo y lo explica para que lo entienda hasta un periodista. Asegura que, como argentino, hay determinadas ventajas de las divisas físicas -el dinero FIAT- que no se acaba de creer. Y afirma que las empresas deberían estar preparándose ya para cuando se publique la regulación al efecto, porque “los tiempos digitales no son los del mundo físico”.

¿Qué son las criptomonedas?

Las criptomonedas y el mundo de los activos digitalizados son el reflejo de lo que tradicionalmente han sido nuestros activos más inmediatos, en el mundo digital. Si pensamos en un coche, yo puedo ser su dueño, pero hay dos tipos de propiedades: las propiedades físicas [servicio de mantenimiento, piezas, etc.] y las legales relacionadas con él [titularidad, seguro, etc.]. Cualquier activo físico con los que estamos familiarizados y que son muy tangibles, pueden llegar a dividirse en tokens. “Las criptodivisas, por tanto, son la tokenizacion del valor asociado a una moneda”.

Desde el principio de la Humanidad, el concepto de valor se aplicó a cosas que eran difíciles de conseguir o escasas y todos, por sentido común, le damos un valor determinado. Empezamos con la sal, luego el oro y, de alguna manera, la aparición del papel -que era mucho más práctico- ha sido la tokenización del oro. Esa moneda tenía un respaldo en algo físico, que era el oro. A partir de la desaparición del patrón oro en 1971, ningún banco central respalda contra un activo físico, porque la propia economía ya ha tomado un volumen y una garantía de funcionamiento de forma tal que la moneda que tenemos nos da la percepción de lo que se requiere a cualquier cosa para que se llame moneda: ser un medio de pago, unidad de cuenta [un café me cuesta 1 y dos cafés me cuestan 2] y lo que los americanos llaman storage of value, algo que me permita guardar valor para el futuro, que es en lo que, de momento, fallan las criptodivisas.

El ser humano es más desafiante con lo nuevo que con lo tradicional

¿Por qué nos despiertan desconfianza?.

El ser humano es más desafiante con lo nuevo que con lo tradicional. Como algunas criptodivisas tienen una alta volatilidad, mucha gente se echa las manos a la cabeza. Pero si aplicásemos ese mismo concepto a algunas monedas tradicionales, pasaría lo mismo.

¿Cómo surgió la idea?

Si originalmente lo que era escaso tenía un valor, ¿por qué no hacemos algo que sea escaso en el mundo digital? Creamos una ecuación matemática -que se llama trascendente porque tiene múltiples soluciones- y la forma de resolverla es ir poniendo valores hasta que la igualdad se verifica. Eso, que es un problema resoluble, como tiene una cantidad de soluciones limitada, es un bien escaso. Ahora cogemos a un grupo de amigos que tienen ordenadores y les pedimos que busquen soluciones. Cuando uno encuentra una, me quedo con ella, pero le regalo la que descubra otro. Así voy montando una red de lo que, llevado a lo que son las criptomonedas, es el minado.

Las criptomonedas tienen una característica que es muy deseable en macroeconomía: son finitas, no dependen de una variable económica. Bitcoin tiene 21 millones de soluciones. Hemos creado un activo, que vive en el mundo digital y sabemos que la cantidad de soluciones es limitada. Por eso hoy, la solución tiene un valor y cuando se hayan descubierto todas, tendrá otro.

El problema con las criptodivisas es que hay un gran nivel de concentración

¿Cuál es su principal desventaja?

El problema con las criptodivisas es que hay un gran nivel de concentración, porque los pioneros encontraron muchas soluciones. Es la principal ventaja para los pioneros, pero la debilidad como modelo, porque la concentración de cualquier activo puede llegar a distorsionar las reglas del mercado en función de la volatilidad. Y esa es la principal preocupación de todos los reguladores.

¿Lo están haciendo bien los reguladores?

Si lo que hoy tenemos no son monedas -definitivamente, no lo son- y aunque tuviesen un respaldo y una estabilidad a futuro, la prudencia que están teniendo los reguladores es la necesaria. Porque ellos tienen que velar por los intereses de la ciudadanía en ciertas garantías de ciertos servicios básicos. Y es un tema que no es menor.

Parece que tanto vosotros en EY como los reguladores os inclináis por los stablecoins. ¿Nos explicas qué son?

Son emisiones de tokens digitales, pero esos tokens están respaldados por el comportamiento, bien de un commodity -que puede ser el petróleo, etc.- o por monedas FIAT -las divisas tradicionales-. Con eso consigues que la criptomoneda sea estable. Hay muchos productos financieros que probablemente con esta tecnología pueden tener una mejora sustancial que impacte en el consumidor final.

¿Cuándo se generalizarán las criptomonedas?

Nuestra visión es que esto va a llegar. Puede que sea en seis meses o en un año o en dos. Nuestros hábitos han cambiado muchísimo y más que van a cambiar. Y no te digo los de nuestros hijos. Ya no compramos de la misma manera, no usamos los taxis de la misma manera. Cuando el patrón de consumo va siendo suficientemente maduro y la tecnología razonablemente segura, todo esto atado por una regulación seria, ese es el momento.

Lo que está claro es que este tipo de soluciones digitales, cuando llegan a un sitio ya no se van. Porque el usuario percibe que le aportan un valor y, lógicamente, es reacio a renunciar a ese valor.

¿Qué consejo nos darías como individuos y como empresas?

Como individuos, esperar, salvo que tengas una aversión al riesgo muy baja. Las empresas deberían empezar a prepararse ya, porque los tiempos en digital no son como en el mundo físico y, cuando esté la regulación, podría suponer una gran ventaja. Para eso estamos empresas como EY, para ayudarlos en ese proceso.