En 2020, el 82,8 por ciento de las personas empleadas y con formación en tecnologías de la información y las comunicaciones [TIC] en Europa eran hombres, según Eurostat. La mayor tasa se registra en Letonia, donde asciende al 94 por ciento, seguida de Eslovenia [90%], Bélgica y Chequia [89%] y Polonia [88%].

En el polo opuesto se encuentran los cinco países en los que las mujeres consiguen superar el 25% de este grupo: Dinamarca [33%], Grecia [31%], Chipre [28%], Bulgaria [27%, aunque Eurostat avisa de que sus datos no son muy fiables] y Rumanía [27%]. En España, la cifra se queda en el 18,1%, ligeramente por encima de la media del 17,2.

De las personas con formación en TIC, 9 de cada 10 tienen trabajo

Profesión sin paro

En total, 2,9 millones de personas tienen formación en TIC. Y no cabe duda de que se trata de una elección acertada: 2,7 millones tienen empleo, es decir, más de 9 de cada 10. Por edades, la mayoría tienen entre 15 y 34 años. Además, se trata de una situación estructural, porque en 2010 era del 9,5% y su mayor pico fue el 11% en 2012.

Ese año, según Eurostat, el mercado laboral en esta especialidad “empezó a expandirse, lo que provocó un descenso en la tasa de desempleo de este grupo”. El crecimiento se aceleró especialmente en 2016, cuando la tasa de empleo ascendió en un 8,3% con respecto a 2015.

A pesar del incremento de mujeres que estudian TIC, el de hombres sigue siendo más alto 

Más mujeres

El objetivo de la Unión Europea es incrementar la presencia femenina en las TIC. Sin embargo y a pesar del abanico de iniciativas que se han puesto en práctica para promocionar el estudio de las TIC entre las mujeres, los últimos datos disponibles revelan que entre 2010 y 2020 se produjo un incremento del 2,7% por año en el número de ellas con formación en el sector y empleo, mientras que el de hombres creció un 4,4%.

Por nivel educativo, un 72,2% de este grupo de población tiene un nivel de educación universitario, 3,2 puntos porcentuales por encima de la década anterior [69,0%]. En Francia, el porcentaje alcanza el 98,6%; y los niveles más bajos se registran en Dinamarca [56,2%], Italia [63,3%] y Portugal [67,9%]. En España, en 2010 la cifra se situaba en 94,5 y en 2020 bajó al 89%.

Solo en España, el porcentaje de personas entre 15 y 34 años con formación y empleo en TIC se redujo entre 2010 y 2020 con respecto al total de edades

Spain is different

Un dato en el que nuestro país se diferencia del resto es que en la mayoría, el número de personas jóvenes [entre los 15 y los 34 años] con formación y empleo en TIC creció. De hecho, lo hizo a una media del 2,7% anual y de forma bastante paralela al incremento en el colectivo de los 35 a los 74. Sin embargo, España registró en la pasada década una “pequeña contracción” del primer grupo con respecto al total.

Oportunidades de futuro

Como señala Eurostat, “la digitalización y la automatización pueden generar nuevas oportunidades de negocio a través del desarrollo de nuevos procesos de producción, productos y mercados. Esto puede generar una demanda de nuevas habilidades en los puestos de trabajo, que a su vez provocan modificaciones en los sistemas educativos, que puede que tengan que adaptarse a los cambios tecnológicos para poder proporcionar a sus estudiantes la formación actualizada que cumpla con los requerimientos de los empleadores en busca de talento”.

La institución señala que hasta la llegada del Covid-19, “el impacto de la digitalización en la educación y la formación fue mucho más limitado”. Pero la pandemia “ha demostrado que contar con un sistema educativo adecuado para la era digital, es esencial. Mucha gente necesitará adquirir nuevas habilidades y cambiarse a nuevos trabajos en un diferente sector de la economía. Y más tendrán que actualizarse para mantener su empleo en un nuevo entorno laboral”.

Por eso, la UE ha publicado un Plan de Educación Digital y una Estrategia Industrial Actualizada que “dejan claro que el camino para la recuperación será el apoyo a la creación de una Unión Europea más verde, más digital y más resiliente, en la que las habilidades de la fuerza laboral estén adaptadas para afrontar un mercado laboral que cambiará rápidamente”.