Durante siglos, las mujeres han sido “escondidas” y relegadas al anonimato en el mundo de la ciencia, como en muchos otros aspectos de su vida personal y profesional. Pero, se acabó. Aquí está El Telescopio para ayudarte a conocer a algunas de las que lo cambiaron todo con su determinación… y su inteligencia.
Que todo el mundo se entere de que la ciencia tiene protagonistas femeninas
Durante unas semanas, te voy a ir presentando algunas mujeres científicas cuyas vidas y aportaciones necesitas conocer y, sobre todo, contar en tus círculos sociales, para que todo el mundo se entere de que la ciencia tiene protagonistas femeninas.
Hoy te quiero hablar de las contribuciones revolucionarias de dos mentes excepcionales: Katherine Johnson, una visionaria en salud pública y justicia social; y Henrietta Leavitt, la mujer genial que desentrañó los ritmos climáticos de la Tierra.

Katherine Johnson: salud comunitaria y equidad
Nacida en Estados Unidos en 1908, Katherine Johnson fue una figura transformadora en un período de profunda segregación racial. Su trayectoria es un testimonio de resiliencia y compromiso. Como la primera enfermera afroamericana en dirigir un departamento de salud pública en EE.UU., específicamente en Durham, Carolina del Norte, derribó barreras que parecían infranqueables para personas de su raza y género.
Su labor pionera en planificación familiar y educación sanitaria generó resultados extraordinarios, con los que se logró una reducción drástica en las tasas de mortalidad materna e infantil en comunidades tradicionalmente marginadas. Johnson implementó programas innovadores de atención prenatal y educación nutricional que cambiaron radicalmente la realidad sanitaria de miles de familias.
Pero su impacto fue más allá de los programas directos. Enfrentó y desafió sistemáticamente las políticas segregacionistas en hospitales y centros de salud y se convirtió en la defensora del acceso igualitario a la atención médica, sin importar la raza.
Además, desarrolló iniciativas de formación para matronas comunitarias y trabajadores sanitarios locales, con lo que se multiplicó de forma exponencial el alcance de su trabajo en zonas rurales y urbanas desfavorecidas.
Su legado educativo no se quedó ahí: también fundó centros de formación para enfermeras afroamericanas, lo que contribuyó a diversificar el personal sanitario y a mejorar la atención culturalmente sensible. Hoy, sus modelos de atención sanitaria comunitaria y culturalmente sensible son estándares globales e inspiran políticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reducir las disparidades sanitarias en poblaciones vulnerables, especialmente en el contexto de pandemias globales.

Henrietta Leavitt: medir el Universo desde Harvard
Nacida en 1868, Henrietta Leavitt comenzó su carrera en el Observatorio de Harvard como una de las conocidas "computadoras humanas". Estas mujeres eran contratadas para analizar meticulosamente fotografías estelares por un salario significativamente inferior al de sus colegas masculinos, a pesar de desempeñar responsabilidades idénticas.
En su caso, con más mérito todavía, porque tenía que lidiar con una sordera progresiva que dificultaba su comunicación profesional y trabajar por apenas 30 centavos la hora. Pero eso no restó brillantez a su mente científica.
La aportación más trascendental de Leavitt llegó en 1908, con su descubrimiento más revolucionario: la relación entre el brillo y el período de las estrellas variables Cefeidas.
Este hallazgo proporcionó la primera "regla" fiable para medir distancias astronómicas. Fue un pilar fundamental para que, años después, Edwin Hubble demostrara la expansión del universo, lo que cambió de forma radical nuestra comprensión del cosmos.
Su trabajo estableció los cimientos de la cosmología moderna, al permitir comprender la verdadera escala del cosmos. Sin embargo, Leavitt jamás recibió el Premio Nobel ni el reconocimiento merecido en vida. Permaneció en la sombra por ser mujer y por su posición como empleada sin título universitario en una época en la que el género determinaba drásticamente las oportunidades profesionales en la ciencia.
Su meticulosidad y compromiso la llevaron a examinar más de 2.400 placas fotográficas para descifrar el patrón que cambiaría la astronomía.