Pasamos tres horas de media conectados a Internet cada díay nos preocupa la seguridad de nuestros datos: tres tercios de los españoles es consciente de que los ciberdelincuentes son una amenaza. Sin embargo, esta intranquilidad no se traduce en una actitud precavida ya que la mitad de los usuarios no utiliza ninguna contraseña para salvaguardarla información de sus dispositivos (Kaspersky Lab).

Aquellos usuarios que sí utilizan contraseñas también deberían estar alerta ya que podrían no ser tan seguras como imaginan: a 3 de cada 7 siete personas en el mundo les han robado sus credenciales en algún momento. Nada menos 95 contraseñas robadas cada segundo en 2016 (Cybersecurity Ventures).

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El primer paso para protegernos es seguir unas medidas básicas que cualquiera puede poner en práctica sin tener conocimientosde ciberseguridad. Algo tan simple como una contraseña fuerte puede ahorrarnos muchos sustos teniendo en cuenta que el 63% de las brechas de datos se producen por el uso de contraseñas débiles. Por eso,te invitamos a seguir estas cinco claves para crear una contraseña que se lo ponga realmente difícil a los cibercriminales:

  1. Una contraseña distinta para cada cuentaya sea una cuenta de correo electrónico, de una red social, del banco... Si utilizamos la misma contraseña para todo, los ciberdelincuentes lo detectarán fácilmente incluso si usamos más de unapero con pequeñas variaciones. Por ejemplo, si tienes la costumbre de seguir un patrón como “l2laFB” para Facebook y “l2laTW” para Twitter, es fácil deducir que tu contraseña de Gmail será “l2laGM”. Tenemos que complicarlo un poco más.
  2. No incluir información personal. Este punto es tan básico como importante. Si optamos por crear nuestras propias contraseñas no debemos incluir datos personales como nuestro nombre, apellidos, fecha de nacimiento, etc. También es fundamental cambiar nuestra clave cada cierto tiempo.
  3. Recurrir a la nemotecnia. Podemos escoger una palabra o frase que nos guste de mínimo 10 caracteres, sustituir algunas letras por números, mezclar mayúsculas con minúsculas y añadir números y caracteres especiales. Por ejemplo, “stair.wayto,heaven” sería “S10ir.W0y1o,H30v3n”. También es importante no seguir nunca patrones secuenciales como “abcdefg” ni patrones secuenciales de teclado “qwertyuiop”.Si queremos quedarnos más tranquilos, existen páginas que nos permiten comprobar el nivel de seguridad de la contraseña que hemos creado y cuánto tiempo se tardaría en crackear aproximadamente. Algunas de las más conocidas son password.kaspersky.com/es o howsecureismypassword.net. Se recomienda introducir una contraseña muy similar a la que hayamos creado pero nunca nuestra contraseña real.
  4. No compartir nuestras contraseñas con nadie. No es recomendable compartir nuestras contraseñas connadie aunque sean nuestros amigos o familiares ni tampoco apuntarlas en un archivo en el ordenador o en una libreta.
  5. Usar un gestor de contraseñas. Si recordar tantas contraseñas se nos hace demasiado duro (reconozcámoslo), una buena alternativa es utilizar un gestor de contraseñas donde quedarán todas almacenadas en una base de datos cifrada. Eso sí, tendremos que recordar una única contraseña “maestra” para acceder a todas las demás que deberá ser lo suficientemente compleja y segura (por supuesto olvidándonos del típico“12345”). Muchos gestores de contraseñas ofrecen la opción de generar claves automáticamente para ahorrarnos la tarea de inventarnos una distinta para cada cuenta. KeePass o Password Safe son algunos de los gestores más conocidos.

La ciberseguridad nos causa fatiga

No sólo los ciudadanos españoles flaqueamos en este terreno. Estos hábitos de ciberseguridad tampoco parecen estar muy extendidos en otros países: sólo el 10% de los usuarios de Internet en Reino Unido usa un gestor de contraseñas y un 12% de usuarios en Estados Unidos utiliza sólo una o dos contraseñas para todas sus cuentas (Wombat Security Technologies).

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Parece que tener que crear y recordar contraseñas, nombres de usuario, números PIN y toda una lista infinita de claves digitales nos causa algo llamado “fatiga de seguridad”. Así lo afirma un estudio llevado a cabo por el National Institute of Standards and Technology (NIST) que lo define como “el cansancio o la reticencia a lidiar con la ciberseguridad” provocado por la necesidad de estar constantemente alerta, lo que nos hace sentir abrumados y bombardeados. Otro dato preocupante que revela este estudio es la tendencia que muestran los usuarios al considerar que la protección de sus datos es “responsabilidad de otra persona”.

Pequeños pero eficaces cambios en nuestros hábitos digitales

Algunos expertos han sugerido que las contraseñas serán reemplazadas por otras formas de autenticación en un futuro lo que terminaría con esa fatiga de seguridad que acarreamos. Por desgracia, variosestudios recientes indican que el número de contraseñas a nivel mundial está creciendo a pasos agigantados. Se calcula que en el año 2020 habrá 4 mil millones de personas conectadas y 300 mil millones de contraseñas que necesitarán protección online(combinación de contraseñas humanas y de máquinas) según Cybersecurity Ventures. A medida que aumente el número de personas conectadas y contraseñas creadas también lo harán los riesgos. Estas cifras supondrían una superficie potencialmente atacable equivalente a la población mundial que llegará a 8,5 mil millones de personas en 2030.Un escenario aterrador al que nadie quiere llegar desprotegido.

Sin duda, nos enfrentamos a un reto desafiante: ¿cómo proteger a tantas personas conectadas? La solución puede empezar por sensibilizarnos e ir creando una conciencia de ciberseguridad sólida y estable en el futuro. Cambiar algunos hábitosmientras navegamos puede ser decisivo para lograr queesas miles de millones de contraseñas en usoy de las que depende nuestra seguridad y privacidad sean,cada vez, más seguras.