Lo que comenzó como un proyecto de fin de carrera se ha convertido en una startup real y con el reconocimiento suficiente como para ser finalista de los Premios Fundación MAPFRE a la Innovación Social, que se fallarán el 24 de mayo.

Uxue Mancisidor y Apurva San Juan, estudiantes de emprendimiento en la Facultad de Negocios de la Universidad de Mondragón, se plantearon utilizar la visión computacional y la inteligencia artificial en ese trabajo de fin de grado.

El objetivo es poner la tecnología al servicio de la accesibilidad en la lectura

Mejorar la vida de las personas

“Esta tecnología tiene que poder solucionar problemas que la sociedad vive a diario”, señala Mancisidor. Y, gracias a Linkedin, contactaron con Eneko Calvo, estudiante de informática de la Universidad del País Vasco, que compartió el reto desde el primer momento.

“Coincidíamos en que, a largo de nuestras vidas -en el colegio, en la universidad, en el trabajo, en la familia, en nuestro grupo cercano de amigos, por la calle etc.-, conocíamos o veíamos a personas que sufrían algún tipo de problema de visión o dislexia. Es así como detectamos la necesidad y empezamos a aplicar y dar forma a esa tecnología, con el objetivo de ofrecerla al servicio de la accesibilidad, en concreto, a la accesibilidad en la lectura”, explican.

Las personas con baja visión tienen muchas dificultades para algunas actividades cotidianas

De idea, a realidad

El equipo inició un camino que hoy es realidad: la producción en serie de LUP para llegar a cualquier persona española y con el objetivo de dar el salto internacional en poco tiempo.

“Dimos con una comunidad de personas con baja visión, que no son ciegas, pero tienen muchas dificultades para algunas actividades cotidianas, como en este caso la lectura”, cuenta Calvo.

El emprendedor describe cómo se dieron cuenta de la importancia del problema: “Vimos que, por un lado existía este colectivo y que, por otro, eran la gran mayoría dentro de las personas con pérdida de visión [representan el 90%, frente al 10% de invidentes]”.

La lupa no necesita conexión a internet y cuenta con una batería de larga duración y bluetooth

Dos soluciones

La startup cuenta con dos productos diferentes. Por un lado, una aplicación móvil “para personas que estén más acostumbradas a estos dispositivos. Ha sido diseñada con ellas y adaptada a sus necesidades”. Su segunda innovación es una lupa inteligente, que mantiene un diseño conocido por el público objetivo y que convierte el texto en voz.

Un lector de bolsillo, que se puede transportar a cualquier sitio porque no necesita una conexión a internet y cuenta con una batería de larga duración. Además, se puede conectar por bluetooth a unos auriculares o a un altavoz, por ejemplo.

“Como todo proyecto de emprendedores, lo más difícil es conseguir que el producto encaje en el mercado. Y, en nuestro caso, al ser un producto industrial, la financiación para sacarlo adelante”, afirma Calvo.

Lanzamiento

La compañía lleva dos años de desarrollo y en enero salió al mercado la aplicación móvil, que también se ha llevado a centros escolares: “Hemos detectado que no solamente sirve para gente con baja visión, sino también para personas con problemas de lectura en un montón de ámbitos: la dislexia, problemas mentales derivados de una discapacidad o incluso gente mayor que por la edad ha perdido la capacidad de lectura más fluida”.

Eso les ha permitido ampliar su público objetivo y actualmente cuentan con más de 1.000 usuarios en 15 países. “Hicimos la aplicación con más de 30 idiomas y vimos que podía ser útil para cualquier persona en cualquier lugar del mundo. Y la verdad es que la acogida ha sido muy buena.

“No hemos reinventado la rueda. La tecnología ya está madura y le hemos dado un formato para adaptarla a las necesidades. No hemos creado una propia”, explica Calvo. “Hemos recolectado muchas demandas de la gente y hemos adaptado la tecnología a ellas”.

Emprender

“Cuando quieres emprender y empiezas un negocio que no sabes si va a ir bien o mal, al principio siempre hay miedo, reconoce”. “Irte a una empresa en la que tengas una nómina fija te da más seguridad. Pero este proyecto lo empezamos cuando yo estaba en segundo de carrera. Siempre hemos pensado que el momento para arriesgar es ahora”.

Por supuesto, no se quedan aquí. Ven el futuro con esperanza: “Queremos seguir expandiendo la aplicación a nivel nacional e internacional, poder llevarla a clínicas o centros escolares en otros países. Y, en un par de meses, empezar a producir la primera tirada de lupas, cuyo desarrollo hemos terminado hace un mes”.

Otro de los puntos importantes era demostrar su capacidad de sacar un proyecto adelante, a pesar de su juventud: “La edad no es tan relevante, sino las ganas y el recorrido que hayas llevado. Hemos trabajado mucho en crear un producto que hemos validado previamente y que sabemos que tiene encaje. Hemos creado algo que de antemano sabíamos que iba a tener sentido en el mercado y que iba a tener utilidad. Lo que nos han trasladado los inversores es que la pasión que demostramos es más importante”.