Lo primero que me pide Raquel González, coordinadora de Médicos Sin Fronteras España [MSF], es que destaque que quiere “dedicar el galardón a todos los compañeros y compañeras ucranianas que desde hace más de siete meses están dando lo indecible para paliar el sufrimiento causado por esta guerra”.

La organización acaba de recibir el premio al Mejor Proyecto por su Impacto Social de la Fundación MAPFRE, que entregará la reina Sofía este jueves por su labor en aquel país. El motivo: su tren medicalizado que salva vidas en Ucrania.

El 80% del personal de MSF en Ucrania es local

El tren que salva vidas en Ucrania

La situación es especialmente dura para quienes realizan la labor en medio del conflicto: “Tenemos allí ahora mismo 600 trabajadores y el 80 por ciento son de nacionalidad ucraniana; es decir, son personas que trabajan en su propio país como respuesta a la emergencia y que están sometidas a una tensión tremenda, porque están donde está la familia, los amigos, los recuerdos y sus raíces”.

Pero, además, González lo hace “extensivo a todos los trabajadores del sistema de salud de Ucrania, que llevan dando lo mejor de sí mismos desde que comenzó el conflicto”.

Tenemos dos trenes medicalizados, en colaboración directa con el ministerio de Salud

Un proyecto único

MSF ha puesto en marcha un proyecto único para superar las dificultades que ha generado la situación: “Tenemos dos trenes medicalizados, en colaboración directa con el ministerio de Salud, los hospitales y la autoridad ferroviaria ucranianos”.

La idea surgió cuando la organización analizó la problemática del conflicto, detectó que “en la zona este de Ucrania, que es la que más directamente está afectada, había muchísimas necesidades médicas. Los hospitales estaban colapsados”.

Sin embargo, la infraestructura ferroviaria “todavía estaba funcionando con cierta normalidad”. Así surgió esta propuesta, “para poder trasladar a enfermos desde cerca de las fronteras en las que había guerra abierta, hacia zonas del oeste del país, más tranquilas, más estables. Sobre todo a Leópolis, la capital”.

La ONG gestiona el tren y el traslado de pacientes y, además, ha llevado a cabo toda la remodelación de los vagones. “Una vez rehabilitados, pudimos crear estas lanzaderas que son como hospitales”.

En 48 horas se completan los preparativos de cada convoy

Tarea compleja

Aun así, la tarea es compleja, “porque hay que sacar a los pacientes de los diferentes hospitales de esas zonas”.

El proceso comienza con una primera selección, que realizan los propios hospitales, “con los pacientes con mayor necesidad de traslado”. Se comparte con el equipo médico de MSF y en 48 horas se completan los preparativos.

Pero surgió otro obstáculo para hacer llegar a esas personas hasta la estación: “Nos dimos cuenta de que había pocos hospitales con ambulancias disponibles. Por lo tanto, cubrimos también ese servicio hasta el tren”.

El trayecto de este hospital sobre rieles de ida y vuelta desde el este del país hasta Leópolis dura unas 30 horas. “Una vez que el tren vuelve, todo está preparado para el siguiente traslado”.

“Este proceso desde los hospitales hasta la estación de partida, más el ingreso en el tren, tiene un tiempo máximo de 40 minutos”, explica. Una vez en la capital del país, cada paciente tiene asignada una cama en un hospital de la ciudad.

Los trenes han trasladado a 1.678 pacientes en 55 viajes

Resultados

Hasta el viernes pasado [momento en que tuvimos la conversación con González], se habían trasladado 1.678 pacientes y 78 niñas y niños de un orfanato, en un total de 55 viajes.

El 43% de las personas atendidas lo han sido por traumatismo y el 10% son pacientes de UCI [cuidados intensivos] y, a pesar de los “enormes retos de seguridad” se ha conseguido trasladar a personas desde cuatro ciudades diferentes.

En la actualidad, hay dos trenes de estas características. El primero, que puede trasladar a 50 pacientes y acompañantes que requieran bajos niveles de atención, se puso en funcionamiento en marzo; y el segundo transporta desde abril a 26 pacientes por viaje, cinco de los cuales pueden recibir “una atención más especializada, cuidados intensivos”.

El tren medicalizado: un proyecto innovador

Nunca antes se había puesto en marcha un tren medicalizado. “Nos había ocurrido con las operaciones de rescate y salvamento en el Mediterráneo, en 2016, durante la mal llamada crisis de los refugiados”, recuerda González. En aquella ocasión, se puso en marcha un barco de atención médica. “Vimos que era una herramienta muy eficaz”, por lo que ahora se ha trasladado al transporte ferroviario para “aliviar los hospitales que están mucho más tensionados en las zona más cercanas al conflicto”.

En las zonas “en las que hay un mayor impacto de la guerra, de la violencia pura y dura, nos encontramos una situación muy similar a la que nos encontramos en otras zonas de conflicto”, señala en relación a la situación en Ucrania.

“Era un país que tenía un sistema médico bastante estable”, indica. “Pero en la zona este, en el Donev, ya desde 2008 que había habido una situación de preconflicto o de violencia -porque esos territorios estaban parcialmente ocupados-, habíamos visto que se había producido un deterioro, por ejemplo, un aumento de los problemas de salud mental de la gente y una pérdida de atención a personas con tuberculosis -que allí tiene más incidencia- y SIDA. Es decir, a segmentos más vulnerables”.

La situación ha ido a peor: “Lo que vemos ahora es que el sistema médico de salud se ve directamente impactado. Por un lado, porque las necesidades son mayores” pero también porque “hay pacientes con heridas de metralla o traumas físicos que los médicos no habían visto antes”. Por eso, MSF ha impartido formación específica sobre estos temas. A lo que se suma un peor acceso al agua y la comida, que generan otro tipo de enfermedades.