Un chico que había estado en la cárcel me dijo: “Ya he demostrado que lo sé hacer mal. Ahora, quiero una oportunidad para demostrar que lo sé hacer bien”. Así nos explica Ana Muñoz, directora de la Fundación Integra, la labor que esta entidad lleva a cabo.

Un viaje que comienza en una estación de salida en la que todo es desesperanza: “Todas las personas que nos llegan, vienen con una autoestima bajísima. Bien porque han sido anuladas por un maltratador, bien porque el proceso de exclusión que han atravesado los ha llevado a no valorarse y no sentirse siquiera dignos. Piensan que nadie les va a dar una oportunidad”.

Lo primero es recuperar la confianza en las propias capacidades

Segunda oportunidad

La Fundación Integra cuenta con un proceso de reinserción en el mercado laboral que ha conseguido un empleo para más de 19.500 personas en sus 21 años de existencia.

Lo primero, es restablecer la autoconfianza. “Tenemos una escuela de fortalecimiento. Los voluntarios corporativos de las empresas les dan unos talleres en los que los ayudan a identificar y fortalecer sus capacidades”, explica Muñoz.

El objetivo es mirar hacia delante, en lugar de centrarse en el pasado, “porque creen que su valor radica en lo que fueron o lo que hicieron y no tanto en lo que son capaces de hacer y mirar al futuro y tener una nueva oportunidad”.

Pero cuando una persona tiene un pasado como el de quienes acuden a Fundación Integra, “lo que más cuesta es cómo contar su historia sin contar la mochila que les pesa”.

En su entorno nadie ha trabajado de una forma normal, vienen de entornos muy marginales

Aprender la “vida normal”

El segundo paso es aprender “lo que nos puede parecer evidente, como ir a una entrevista de trabajo y tener un horario laboral”; y que es algo que “muchas veces no lo han vivido las personas que nos llegan”.

En la mayoría de los casos, “en su entorno nadie ha trabajado de una forma normal, vienen de familias desestructuradas y de entornos muy marginales”.

Muñoz explica que “cuando alguien se pasa 20 años en la cárcel, como mucha gente que nos llega; cuando alguien se da al mundo de las drogas o vive un proceso de violencia que lo ha aislado, hay varias trabas”.

La primera es “no saber ni cómo volver, a quién pedir una mano, están muy aislados”. Las redes de apoyo que podrían ayudar, en estos casos no existen: “La familia normalmente no está o has perdido el trato con ella y con las amistades”.

Pero la experiencia de Integra demuestra que “lo que más les cuesta es la inexperiencia. Una mujer que se ha dedicado toda la vida a la prostitución, cuando va a buscar trabajo no tiene un currículum. Las ayudamos a hacerlo en base a sus capacidades: no vamos a mentir, pero sí destacamos qué capacidades tienen para ponerse en juego en el mercado laboral”.

Las mujeres lo tenemos más difícil

Más mujeres

De hecho, las mujeres suponen el 70% de las personas que Integra ha conseguido reintegrar en el mercado laboral. A pesar de eso, Muñoz matiza: “No nos centramos en mujeres. Ayudamos a las personas que lo han tenido difícil, que están fuera del mercado laboral y su pasado las condiciona para encontrar un trabajo -antecedentes penales, violencia de género o cualquier causa que les haya hecho estar en la calle, que las haya mantenido fuera de la sociedad y a quienes les cuesta entrar en el mercado laboral”.

Sin embargo, la realidad es que “las mujeres lo tenemos más difícil. También acudimos más a entidades sociales. Y, como trabajamos con mujeres víctimas de violencia de género, nos llegan muchísimas. Es el colectivo mayoritario: a las que sacamos de la prostitución a través del empleo y las que han sufrido violencia de género”.

Lo que más les importa del trabajo es la confianza a pesar de su pasado

Resultados

Muñoz señala cómo el proceso de fortalecimiento cambia a las personas: “Cuando hacen la entrevista te dicen: No me engañes, nadie me va a dar una oportunidad, no valgo nada. Cuando vienen y han estado unos días trabajando, dicen: Soy el mejor de mi departamento”.

El principal motor del cambio es, a su juicio, “sentirte útil”, incluso “más allá de cobrar -también, por supuesto, tener una independencia económica-. En el fondo, “lo que más les importa del trabajo, lo más gratificante y lo que más alegría les da es pensar que alguien confía en ellos a pesar de lo que hayan podido hacer en su pasado

No es de extrañar que la Fundación MAPFRE haya decidido otorgarle su premio a la Mejor Entidad por su Trayectoria Social, que recibirán este jueves de manos de la Reina Sofía. “Estamos muy ilusionados y nos parece un impulso para seguir con esta labor con la que llevamos 21 años pero seguimos teniendo mucho trabajo por delante”, afirma Muñoz.