“El desarrollo social y la justicia social son indispensables para la consecución y el mantenimiento de la paz y la seguridad en las naciones y entre ellas, y que, a su vez, el desarrollo social y la justicia social no pueden alcanzarse si no hay paz y seguridad o si no se respetan todos los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Con estas palabras, la Asamblea General de las Naciones Unidas explicaba en 2007 la importancia de la justicia social.
El desarrollo social y la justicia social son indispensables para la paz y la seguridad
Por eso, es fundamental aunar “la descarbonización y la transformación económica", que "deben ir de la mano de políticas que luchen contra la pobreza, reduzcan la desigualdad y abran oportunidades para todos”.
“El trabajo decente y el empleo productivo siguen siendo la piedra angular para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de aquí a 2030. Sin embargo, los avances en este ámbito se han estancado durante el último decenio y, aunque el crecimiento económico mundial se ha mantenido firme, empiezan a reaparecer signos de debilidad e incertidumbre, especialmente en los países de ingreso bajo” explican desde este organismo.
La igualdad de acceso a las oportunidades es la base de la justicia social
Justicia social
“Durante demasiado tiempo, la exigencias económicas han eclipsado las necesidades medioambientales y sociales. El principio de justicia social ha sido infravalorado. Eso debe cambiar”, exige Gilbert F. Houngbo, director general de la Organización Internacional del Trabajo [OIT].
Y asegura que, “si queremos que nuestras sociedades y economías sean sostenibles y equitativas, debemos empezar por centrarnos en la justicia social”. Lo que hay tras ese concepto es “políticas y acciones que crean igualdad de acceso a las oportunidades que apoyen una transición verde que sea justa e integradora, que den a todos las bases de una vida digna”.
Situación complicada
Sin embargo, el informe “Perspectivas social y del empleo en el mundo”, que analiza las tendencias del mercado laboral en 2025 [publicado por la OIT el pasado mes de enero] señala que “la ralentización del crecimiento de la productividad actúa como un lastre que impide generar mayores oportunidades de trabajo decente”.
Las diferencias se producen incluso dentro de las naciones: “Las desigualdades geográficas internas de los países pueden explicar la falta de convergencia en los niveles de vida y empleo productivo entre las economías en desarrollo y las avanzadas”.
La tecnología no soluciona
El impacto de la tecnología tampoco está siendo tan positivo como se señala a veces: “La desigualdad ni siquiera ha disminuido de forma sistemática en los países que han llevado a cabo una transformación hacia la industria manufacturera y los servicios modernos, como las TIC y los servicios empresariales”.
La OIT explica que “con el rápido auge de las nuevas tecnologías digitales, muchos países intentan aprovechar el potencial de desarrollo de la inteligencia artificial formulando —e incluso aplicando— políticas industriales específicas orientadas a los ecosistemas digitales locales”.
Sin embargo, este planteamiento genera más diferencias: “El acceso a las actividades de mayor valor añadido en la economía digital se limita a unos pocos países y jurisdicciones, porque los requisitos de competencias, infraestructura digital y costo energético son difíciles de cumplir”.
La consecuencia es que “en muchos lugares —incluidos algunos de los países de Asia Sudoriental que son líderes en el ámbito digital— cada vez más personas se ven abocadas a trabajar de forma ocasional en plataformas digitales y de datos, con peores condiciones laborales y menos oportunidades de desarrollo profesional”.
Nuevas oportunidades
La buena noticia es que “con la transición ecológica surgen nuevas oportunidades de empleo decente”. Según a OIT, “El aumento de las inversiones en energía y movilidad verdes destinadas a acelerar la transición ecológica ha llevado a los responsables políticos a priorizar estos aspectos en sus políticas industriales”.
A pesar del incremento del empleo en las energías renovables, este crecimiento “se distribuye de manera desigual en el mundo. Casi la mitad de las nuevas oportunidades de empleo verde se han concentrado en Asia Oriental; otras economías en desarrollo y emergentes han obtenido pocos beneficios en términos de trabajo decente. Las regiones de América del Norte y Asia y el Pacífico han atraído la mayor parte de la creación de nuevos puestos de trabajo en el sector de las energías renovables; solo China representa el 46 por ciento de todos los empleos en este sector”.
Soluciones
La OIT advierte de que “se necesitan nuevos cauces para canalizar los cuantiosos fondos privados disponibles hacia el desarrollo económico local”. En el caso de los países de ingresos bajos, propone “aprovechar el flujo constante y creciente de remesas” de los migrantes que envían dinero desde países desarrollados.
“Si las economías desarrolladas recurren cada vez más a trabajadores migrantes procedentes de países en desarrollo, como es probable que ocurra en el futuro, las remesas (que ya constituyen los mayores fondos privados, por delante de la inversión extranjera directa) cobrarán un protagonismo aún mayor·, predice la organización.