“Aunque ninguna persona o entidad puede afrontar el cambio climático en solitario, los equipos directivos cuentan con una plataforma para apoyar los esfuerzos de transformación para el clima de sus organizaciones, involucrar a sus profesionales en acciones significativas y animar a organizaciones externas a que den pasos para luchar contra el cambio climático, colaborar e innovar en soluciones sostenibles”, afirma Punit Renjen, CEO Global de la empresa de servicios profesionales Deloitte.

Esta firma ha entrevistado a más de 2.000 personas que ocupan cargos ejecutivos en compañías de 21 países, con el fin de analizar su compromiso con la sostenibilidad y las medidas para transformar sus propias organizaciones para que sean más respetuosas con el medioambiente. Las conclusiones de la investigación han sido publicadas en el Deloitte 2022 CxO Sustainability Report [Informe de sostenibilidad de CxO -o altos directivos- 2022].

Existen múltiples desconexiones entre el optimismo de los equipos directivos y sus acciones

En la mente de la alta dirección

“El clima, desde luego, tiene mucho peso en las mentes de los ejecutivos de todo el mundo. Los resultados de nuestra última encuesta sugieren que sus preocupaciones sobre el futuro del planeta se han incrementado de forma significativa (…) pero también lo ha hecho su optimismo con respecto a cómo una acción inmediata puede marcar la diferencia”, añade Renjen.

Según el informe, existen “múltiples desconexiones” entre esa visión positiva sobre el futuro y sus “opiniones y motivaciones, las acciones que están llevando a cabo y el impacto que están teniendo”. Sin embargo, un pequeño grupo de organizaciones líderes puede ofrecer unas lecciones interesantes.

Un 97% de las empresas ya están provocando impactos negativos en el cambio climático

Impacto negativo

La investigación señala que un 97% de las empresas ya están provocando impactos negativos en el cambio climático. además, ocho de cada diez personas con puestos directivos afirmaron haber sufrido las consecuencias de sucesos relacionados con el medioambiente durante el año pasado. Y reconocen sentir la presión por parte de sus grupos de interés [stakeholders] para que pongan en marcha acciones al respecto.

Deloitte señala que, aunque algunas compañías ya se han puesto manos a la obra, “es menos probable que hayan incluido consideraciones sobre el clima en sus culturas”, así como lograr en sus organizaciones una “transformación significativa”.

A esto se añaden las complicaciones que generan los costes a corto plazo de la transición a modelos que generen menos emisiones de carbono. Eso hace que sea más fácil encontrar compañías que afirman “usar más materiales sostenibles” que otras que hayan “desarrollado nuevos productos o servicios respetuosos con el clima”.

Un 19% de las personas entrevistadas ha implementado cuatro de las cinco acciones de mayor impacto

Lecciones de los mejores

De toda la muestra de la encuesta, un 19% afirma haber implementado cuatro de las cinco acciones que mayor impacto tienen: desarrollar esos nuevos productos y servicios, obligar a proveedores y socios de negocio a cumplir con criterios específicos de sostenibilidad, actualizar o relocalizar instalaciones para hacerlas más resistentes a impactos climáticos, incorporar consideraciones sobre el clima a su actividad de influencia y donaciones públicas y vincular la retribución de los equipos directivos a la sostenibilidad de las organizaciones.

Para algunas compañías, el despertar hacia la sostenibilidad ha sido provocado por haber sufrido directamente las consecuencias. “El tiempo extremo nos está afectando aquí y ahora de formas que no habíamos visto antes”, explica Christine Dacre, CFO [directora financiera] de TransLink. La ejecutiva relata cómo la ola de calor del año pasado obligó a reducir la velocidad de su Sky Train o cómo las inundaciones han inutilizado algunas de sus estaciones. “Ahora tenemos que adaptarnos y construir resiliencia en nuestras infraestructuras, no nos queda tiempo de hablar sobre ello”, afirma.

Por su parte, Tamara Vrooman, presidenta y CEO del aeropuerto internacional de Vancouver [YVR] narra cómo el clima extremo en noviembre del año pasado hizo que “durante diez días, el YVR fuera la única red de transporte operativa a capacidad total”, lo que la convirtió en la clave no solo para el transporte de personas, sino también de mercancías. “El cambio climático supone la mayor amenaza individual para nuestra industria y, en última instancia, para nuestro planeta. Creo que es nuestra obligación compartida protegerlo de esta amenaza”, sentencia.

Es hora de demostrar que estamos a la altura del reto

Recomendaciones

Deloitte recomienda contar con un marco de trabajo validado, tanto para marcarse las metas, como para medir su consecución. Además, es necesario crear un plan concreto, que asegure los objetivos a largo plazo, a la vez que permite cumplir con los que son a corto.

El papel de la alta dirección es fundamental, por eso su educación para que comprendan el verdadero impacto sobre sus organizaciones, es clave. Algo que se relaciona directamente con la necesidad de establecer métricas tan rigurosas como las del resto de aspectos del negocio.

Pero, tratar de detener el cambio climático en solitario es imposible: la colaboración es imprescindible. Por último, esa cultura de sostenibilidad debe estar presente en cada parte del negocio.

“La batalla contra el cambio climático no es una opción, son miles de millones de opciones. Ninguna acción es insignificante, pero ciertas actividades y decisiones mueven la aguja más que otras”, afirma Renjen. “Esas acciones más arriesgadas por parte de los líderes de negocio son necesarias ahora, mientras todavía tenemos tiempo para limitar el daño. Es hora de demostrar que estamos a la altura del reto”, concluye.