“Hay que explicarle a la gente las finanzas públicas”. Esa es la clave para conseguir mayor apoyo y confianza en la gestión de los impuestos y el gasto del Estado, según Inés Calzada, profesora de la universidad Complutense de Madrid. Ella es la autora, junto a Eloísa del Pino [del CSIC] y Antonio M. Jaime-Castillo [UNED] del estudio La sociedad española demanda mayor igualdad económica. Actitudes hacia la desigualdad y la redistribución.

La investigación forma parte del libro del libro Desigualdad y pacto social, publicado por el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, con el que esta institución se ha propuesto “ofrecer un retrato preciso de la extensión de la desigualdad en España, sus factores determinantes y las políticas necesarias para su reducción”.

Uno no nace sabiendo cuánto gasta el ministerio de Sanidad ni cómo se recauda

“Saber más de finanzas públicas

Hacemos muchísimos esfuerzos para explicar la normativa de tráfico -y me parece fenomenal-, pero no se hace con las finanzas del Estado. Uno no nace sabiendo cuánto gasta el ministerio de Sanidad ni cómo se recauda”, advierte Calzada.

Una falta de conocimiento que afecta “incluso la gente que trabajamos en esto”. Y, como ejemplo, explica que “nos cuesta mucho hacer una evolución de gasto”. Por tanto, “¿cómo voy a esperar que la gente reaccione si se reduce el gasto público? Posiblemente mucha gente no se entera de estos cambios porque es muy complicado saber cómo varía el gasto del Estado”.

Por eso, insiste en que “hacen falta explicaciones y tomarse un poco en serio que, para que los ciudadanos se puedan proteger y puedan elegir, tienen que contar con buena información”, señala.

La gente que tiene más información acepta más pagar impuestos

Más información

De hecho, afirma que “la gente que tiene más información, más nivel educativo, acepta mejor pagar impuestos, quizá porque es más consciente del intercambio, de lo que cuesta sostener los servicios públicos”.

Asegura que “el tema del fraude y la desconfianza es bastante sensible a las crisis económicas y a las campañas”. Por eso, “cuando a la gente le explicas qué es Hacienda, para qué sirven los impuestos y cómo se recauda, funciona”.

Y añade que “sabemos que la gente es receptiva a que se le expliquen las cosas. Si explico que una máquina de hacer resonancias en un hospital público cuesta 1 millón de euros, la gente es receptiva. Esa información hace que digan: Pues es verdad, hay que pagar impuestos”.

Algo que puede ser clave en los momentos difíciles: “En tiempos de crisis, en los que a la gente le cuesta más, lógicamente, pagar impuestos -porque hay menos empleo, hay más pobreza- Hacienda se vuelve un poco más hostil para los contribuyentes”. Es quizás en esos momentos especialmente cuando hay que informar sobre los costes y las contrapartidas de las políticas.

La desigualdad en España es de las más altas en Europa

Desigualdad  

Calzada lleva casi toda una vida profesional estudiando la percepción de las políticas públicas, en muchas ocasiones, junto a los otros dos autores de la investigación: “Nos interesa mucho cómo se ven desde la opinión pública”. Porque, como explica, tan relevante es el espíritu con el que los gobernantes las ponen en marcha como la reacción de la ciudadanía.

Según sus datos, “la desigualdad en España es de las más altas en Europa”. Uno de los segmentos más afectados por esta situación es la gente joven, porque “significa que la igualdad de oportunidades es básicamente una mentira. Cada uno parte de un sitio muy diferente”. Una situación que “es un lastre para la gente joven y dinamita la igualdad de oportunidades, pero también es un problema para toda la sociedad, ya que está demostrado que la desigualdad no correlaciona con nada positivo”.

Apoyo a las políticas de Estado 

“Que la gente apoye los objetivos que las políticas sociales tratan de conseguir es muy positivo, porque permite avanzar y hacer cosas”, asegura Calzada. “El problema es que se desconfía bastante de la gestión pública”.

Según explica, “en España hay una gran desconfianza hacia los impuestos, hacia que se cobren de forma justa. Hay un porcentaje muy alto de la población que opina que no se hace, que no pagan más quienes más tienen. Esta desconfianza es un agujero en la línea de flotación de ese  barco que es el Estado del Bienestar”.

Eso no significa que no se apoyen las políticas públicas, sino que las personas “no se fían de que Hacienda esté recaudando todo lo bien que debería. Puedo estar a favor de los fines, pero si creo que los medios no se están utilizando bien, mi apoyo será más tibio”.

Una percepción, además, que no responde a la realidad: “Hay bastante de estigma y de estereotipo hacia el Estado. Un exceso de desconfianza”.

Yo no he sido

Otro aspecto curioso de nuestro país es que pensamos que somos la excepción a la regla: “Cuando le preguntas a la gente si ella y la gente que conoce pagan sus impuestos, la mayoría responde que sí. Desconfiamos de un otro que no sabemos bien quién es. Hay una especie de estereotipo de mal funcionamiento y mala gestión”.

Por eso. “pensamos que ese otro desconocido es peor de lo que es. Y una de las claves para la legitimidad de las políticas sociales es, en primer lugar, que yo confíe en los fines: estoy de acuerdo con que todos tenemos derecho a la salud. En segundo lugar, que yo confíe en los grandes gestores: este sistema se organiza así y me parece bien, pago mis impuestos y recibo. Y, por último, que confíe en los demás, en que no van a abusar del sistema. Esas son las tres claves de la legitimidad de cualquier política del estado del bienestar”.

“Ese es uno de los peligros del Estado del Bienestar en España, que desconfiamos tanto de los gestores como de nuestros conciudadanos más de lo que probablemente merecerían. Creemos que hay más gente que se aprovecha de prestaciones que no les corresponden, de la que realmente hay”.