Si algo hemos aprendido con esta pandemia es que el dinero no lo es todo. Hay otros aspectos de nuestra vida que son tanto -o más- importantes. Por eso, para comprobar el grado de desarrollo de una país, “se necesita una medida que refleje muchas dimensiones del bienestar nacional”, según acaba de publicar el Fondo Monetario Internacional [FMI] en el número de diciembre de su revista F&D Magazine.

“Para llegar a ser felices, primero tendremos que tener unas necesidades cubiertas: tener un techo, comida, salud, poder descansar, sentirnos seguros”, nos explicaba hace un tiempo Laura Sánchez Galindo, psicóloga que se ha convertido en un referente a través de Instagram [@hilandomentes].

Una vez cubiertas esas necesidades básicas, “entran en juego aspectos más psicológicos que nos permitirán o impedirán, disfrutar de lo que vivimos. Hablamos de saber gestionar nuestras emociones, conocernos profundamente, valorarnos en nuestras fortalezas y debilidades y el amor propio. Querernos y darnos permiso para disfrutar de esta vida”.

La investigación del FMI apoya este planteamiento. “El Producto Interior Bruto [PIB] no incluye ni los enormes costes humanos de la pandemia, ni las disrupciones emocionales y sociales del país”, explican Daniel Benjamin [de la Universidad de California, Los Angeles], Kristen Cooper [Gordon College], Ori Hefetz [Universidad Hebrea de Jerusalén] y Miles Kimball [Universidad de Colorado], que firman el artículo.

El IDH evita que la clase política elija los datos estadísticos que más le convienen

Índice de Desarrollo Humano

Su propuesta es el Índice de Desarrollo Humano [IDH], “una medida alternativa del bienestar que ha tenido influencia en las economías en desarrollo”, explican. Con este modelo, se evita que la clase política elija los datos estadísticos que más le convienen en cada caso, porque se unen todas en un único índice que establece diferentes pesos para cada una de esas dimensiones.

Con este modelo, se pueden tener en cuenta “el tiempo de ocio, las relaciones con la familia y amigos y experiencias emocionales como la ansiedad o el sentido de propósito” que el PIB no puede medir “porque no se producen en el mercado”.

El Programa de Desarrollo de Naciones Unidas explica que el IDH ha sido “creado para enfatizar que las personas y sus capacidades deben ser el criterio final para medir el desarrollo de un país, no solo el crecimiento económico”. Y también es “un resumen medible de los logros medios en dimensiones clave del desarrollo humano: una vida larga y saludable, tener cultura y tener un nivel de vida decente”.

La longevidad, la educación y los ingresos ya no es lo único que podemos medir

No es suficiente

El equipo de investigación del FMI, sin embargo, considera que “aunque refleja más dimensiones del bienestar que el PIB, el IDH es arbitrario en su elección de qué incluye y cómo mide el peso de lo que incluye”. A su juicio, “el objetivo de un índice del bienestar mejorado es incluir mucho más que tres dimensiones del bienestar y ponderarlos en base a los valores de las personas del país”.

Achacan estas carencias la hecho de que cuando se creó el HDI, en 1990, las tres dimensiones más importantes de “la buena vida” eran la longevidad, la educación y los ingresos, porque eran las que mejor se podían medir de forma comparable en diferentes países.

Un nuevo modelo

“Nuestra investigación deja clara la importancia de incluir múltiples componentes en la medición del bienestar nacional y la importancia de establecer bien la ponderación”, explican. Ese ha sido el objetivo de sus esfuerzos.

Por eso proponen un modelo con 18 dimensiones:

  1. Ausencia de corrupción, injusticia y abuso de poder
  2. Que las personas tengan muchas opciones y posibilidades en sus vidas y la libertad de elegirlas
  3. Que las personas sean buenas, morales y que vivan de acuerdo con sus valores personales
  4. Que las personas sientan que están marcando una diferencia, que contribuyen de forma activa al bienestar de otras personas y que están haciendo del mundo un lugar mejor
  5. Ausencia de mentira, engaño y traición
  6. Que la sociedad ayude a los pobres y a quienes luchan
  7. Salud
  8. Libertad de expresión y capacidad de participar en los procesos políticos y la vida comunitaria
  9. Seguridad financiera
  10. Hasta qué punto las personas sienten que las cosas que hacen en sus vidas merecen la pena
  11. Cómo de felices se sienten las personas
  12. La situación de los animales, la naturaleza y el medioambiente en el mundo
  13. Conocimiento, habilidades y acceso a la información
  14. Posibilidad de vivir una larga vida
  15. Nivel de satisfacción con la vida
  16. Ingresos medios
  17. Sentimiento de que se entiende el mundo y las cosas que te rodean
  18. Ausencia de ansiedad

España mejoró en 2020: pasó de 6,401 a 6,502 y se situó en el puesto 24 del mundo

Dos ejemplos de felicidad

Los dos ejemplos de esfuerzo colectivo para conseguir, no solo el bienestar, sino la felicidad son Finlandia y Bután. Nuestros vecinos nórdicos llevan cuatro años seguidos en la primera posición del World Happiness Index [WHI, índice de felicidad mundial], elaborado a partir de las respuestas de 350.000 personas de 95 países. En una escala de 0 a 10, el país alcanza una nota de 7,889. Y no solo eso, a pesar de todo lo sucedido en 2020, el dato es mejor que la media del periodo entre 2017 y 2019, que se quedaba en 7,809.

Por cierto, España también mejoró en 2020 con respecto a esos cuatro años anteriores: pasó de 6,401 a 6,502 y se situó en el puesto 24 del mundo, tres posiciones más arriba.

La felicidad es la mayor calidad de vida y alegría que todo ciudadano debe poder disfrutar

Bután

Bután fue el primer país que llamó la atención de Naciones Unidas sobre su importancia. Gracias a su impulso, en julio de 2011 la Asamblea General invitaba a los gobiernos a “dar mayor importancia a la felicidad y el bienestar” en la evaluación del desarrollo económico y social.

Y predican con el ejemplo: uno de los indicadores fundamentales para su gobierno es la Felicidad Nacional Bruta [GNH por sus siglas en inglés], algo así como el PIB, pero orientado a conocer el bienestar de la población. “La felicidad es la mayor calidad de vida y alegría que todo ciudadano debe poder disfrutar de una forma realmente civilizada y próspera”, afirma la princesa Ashi Kesang Choden Wangchuck, hija del cuarto rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck.

El GNH butanés se basa en cuatro pilares: desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, buen gobierno, preservación y promoción de la cultura y conservación medioambiental. De ellos se derivan nueve dominios: nivel de vida, educación, salud, medioambiente, vitalidad de la comunidad, uso del tiempo, bienestar psicológico, buen gobierno y resiliencia y promoción cultural.

Como señalan desde el gobierno de Bután, en el GNH “para crear las condiciones para la felicidad son importantes muchos factores interrelacionados”. Por eso, su índice se basa en otros 38 subíndices, 72 indicadores y 151 variables.