La juventud española anhela un estilo de vida muy parecido al de sus padres. Aunque pudiera parecer lo contrario, en el plano de los comportamientos la cosa no cambia demasiado, aunque sí lo hace en el de las actitudes.

Es la principal conclusión del estudio “Los jóvenes y su idea de la familia en el siglo XXI”, publicado recientemente por el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, en el que prácticamente se les pedía que escribieran su “carta a los reyes” en relación a su estilo de vida en el futuro. Spoiler alert: las cosas no cambian tanto como podría parecer.

Hemos hablado con Sara Serrate, autora de la investigación junto a sus compañeros de la Universidad de Salamanca Agustín Huete, José Manuel Muñoz, Judith Martín, David Caballero y Jesús Ruedas, para que nos cuente todos los detalles de sus resultados.

Un altísimo porcentaje de jóvenes eligen reproducir modelos más o menos tradicionales

La “carta a los reyes”

“Lo sorprendente ha sido que a pesar de la gran diversidad actual y de que  hoy en día podemos elegir el modelo familiar que queremos y cómo queremos construir las relaciones de pareja, un altísimo porcentaje de jóvenes eligen reproducir modelos más o menos tradicionales, basados en relaciones de pareja casadas. Sí hemos comprobado que, al igual que otros informes han puesto de manifiesto, casi dos  tercios de los jóvenes eligen el matrimonio  civil y un tercio, religioso”, explica Serrate.

Aunque hay cosas que sí han cambiado: “Algunos datos son llamativos en cuestiones que hasta ahora parecía que no se debatían a nivel social, como puede ser mantener la fidelidad o la monogamia. Muchos de ellos perciben que las relaciones de pareja podrían o deberían ser de otra manera también”.

El matrimonio, imprescindible para tener hijos

Por otro lado, “el matrimonio se considera un paso imprescindible para tener hijos; porque consideran que es algo que da estabilidad a una pareja. A partir del matrimonio sí consideran que pueden tener hijos. Y ahí es donde empiezan a concebir que han creado o crearán su propia familia”, dice la investigadora.

Aunque reconoce que “son un poco más abiertos de mente y están más concienciados y sensibilizados ante algunos temas. Por ejemplo, cuando les preguntamos si respetarían que sus hijos tuviesen una orientación sexual distinta a la suya, más del 90% aceptarían sin ningún problema, algo que unos años atrás no se daba de esta manera. Pero no manifiestan ser mucho más alternativos que lo que hicieron sus padres o sus familias de origen. El modelo familiar que manifiestan elegir mayoritariamente es el construido la pareja hombre-mujer principalmente, casados y con hijos”.

¿Dónde prefieren vivir los jóvenes?

En lo que sí se puede detectar algún cambio es en el lugar donde vivir: “A nivel de residencia, nos ha llamado la atención que a un alto porcentaje de los jóvenes les gustaría vivir en ámbito rural, frente al urbano. Si les dejamos elegir, preferirían vivir en una casa rodeada de naturaleza en un entorno rural que en un piso en la ciudad.

Cuando le preguntamos por qué no lo hacen, responde que “probablemente, por la falta de empleo juvenil en el ámbito rural, pero no porque no lo prefieran”.

“Todo esto nos tiene que hacer pensar también en la distribución del trabajo y cómo conseguir que las zonas rurales se puedan revitalizar para hacerlas revivir y que no se condense todo en las ciudades”, razona Serrate. “Porque la gente joven no quiere estar en la ciudad porque sí, sino probablemente porque allí es donde están los servicios y especialmente el trabajo”.

De hecho, detalla que “si los dejamos elegir, que es el objetivo de esta encuesta, elegirían vivir en espacios con accesos a servicios y cerca de mis amigos y familiares, su red social. Es algo lógico”.

Digitalidad y conciliación

En cuanto al impacto de la tecnología en la vida diaria, “reclaman la aprovechar las potencialidades de la hiperconexión y la digitalidad de algunos procesos, como en temas de conciliación, en los que consideran que se  podría mejorar. Por ejemplo, favoreciendo y generalizando el teletrabajo en algunos sectores. Creo que lo que conciben es que ahorra tiempos en desplazamientos, en los que se pierde mucho tiempo”.

La conciliación también impacta en la organización de la pareja: “Cuando les preguntamos cómo se tendría que gestionar la conciliación entre progenitor 1 y progenitor 2 [porque no tienen por qué ser hombre y mujer], hay un porcentaje que considera que las bajas laborales deberían ser más beneficiosas para aquellos que tienen menos jornada laboral o que ganan menos dinero”.

Ese es un punto sobre el que se debe reflexionar, además de seguir trabajando en la concienciación de las personas jóvenes, según Serrate: “Hace falta más sensibilización en estos temas porque, si no, acaban cayendo en la trampa del sistema. Porque, quienes normalmente tienen menos jornada laboral o cobran menos salario son las mujeres. Si recae sobre ellas la obligación de disponer de mayor baja por maternidad por ese motivo, no superamos esa dificultad que llevamos reclamando años, que las bajas deben ser igual para hombres y mujeres y que los cuidados y la corresponsabilidad es cosa de ambos progenitores de forma igualitaria”.

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