“Cuando hablamos de territorios rurales, lo hacemos para hablar o bien de cambio climático o de despoblación o la pérdida de poder adquisitivo o de negociación en unos mercados cada vez más globalizados”, nos cuenta Sergio Villamayor-Tomas, del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA-UAB), a quien hemos tenido la oportunidad de entrevistar. Estos tres factores suponen una tormenta perfecta que pone de manifiesto los problemas a los que se enfrentan mucha localidades españolas.
Junto a sus compañeros Daniel Gaitán Cremaschi, Beatriz Pierri-Daunt, Leticia Santos de Lima y Esteve Corbera, ha publicado en el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” una investigación en la que han clasificado los más de 8.000 municipios españoles en cuatro clústeres territoriales: la España vaciada y económicamente marginalizada; la que resiste económicamente, pero se seca; la erosionada; y la exportadora.

La investigación revela 4 Españas: la vaciada, la que se seca, la erosionada y la exportadora
La tormenta perfecta
Villamayor-Tomas nos explica que para la investigación han utilizado como modelo el “marco de vulnerabilidad, un marco teórico de los años 2000 que trata de entender la vulnerabilidad de un territorio en base a tres aspectos: exposición a una amenaza o cambio, generalmente externo; sensibilidad a este cambio y capacidad de adaptarse a él”.
Con ese modelo, calcularon el índice de vulnerabilidad de cada municipio. “Pero, además, hicimos un análisis de clúster para comprobar si existían grupos de localidades en base a esas tres amenazas. De ese análisis salieron las cuatro Españas”.
El grupo más vulnerable abarca 2.858 municipios, situados principalmente en Castilla y León y una parte de Aragón
La España vaciada
El grupo más vulnerable, según la investigación, es la España vaciada y económicamente marginalizada, que abarca 2.858 municipios, situados principalmente en las regiones de Castilla y León y una parte de Aragón. En total, representan el 21 % del territorio nacional.
Este clúster incluye las zonas con mayor descenso de la tasa de crecimiento natural y en las que se concentra la mayor proporción de personas mayores por cada joven. También aglutina la proporción más elevada de núcleos de población pequeña (menos de 500 habitantes). Desde un punto de vista económico, son los territorios más afectados por la disminución de los precios pagados a los productores agrícolas. Asimismo, son zonas en las que se concentra la menor presencia de empresas registradas y cuentan con infraestructuras sociales y viarias deficientes.
La que resiste, pero se seca
El segundo grupo, definido en el estudio como el de la España que resiste económicamente, pero se seca, comprende 1.112 municipios distribuidos especialmente en las cadenas montañosas y en el perímetro de la vaciada y constituye el 13 % del territorio nacional.
Esta zona también presenta una elevada proporción de núcleos de población pequeños, municipios afectados por la disminución del crecimiento natural de la población y zonas con infraestructuras viarias deficientes. Además, registra una mayor disminución de las precipitaciones medias anuales. Pese a todo, posee la mayor proporción de zonas protegidas y el mayor número de empresas registradas.
La erosionada
El tercero es el denominado por los autores la España erosionada y está formado por 3.198 municipios repartidos por todo el territorio nacional, que representan el 54 % del total.
Se trata de municipios situados principalmente en las regiones de Galicia y Asturias, así como en el centro y sur del país. Según las mediciones del estudio, este clúster territorial no presenta graves problemas socioeconómicos, pero es el grupo más afectado por los incendios forestales y por la erosión del suelo.
La exportadora
La cuarta y última agrupación es la que los autores califican como la España exportadora, formada por 595 municipios (el 5 % del territorio español), situados en su mayoría en enclaves muy específicos cercanos a zonas costeras y a las grandes ciudades.
Es el grupo menos vulnerable, según los parámetros analizados. Aun así, los autores señalan que su especial debilidad está relacionada con la exposición a la globalización del comercio agrícola, dado que depende en mayor medida de las exportaciones.
El estudio define el concepto de globalización del comercio agrícola como la consolidación de un sistema de producción y consumo alimentario dominado por empresas multinacionales, mercados y precios globales, y basado en la producción intensiva y altamente mecanizada de productos de exportación, y en la búsqueda de rentabilidad a corto plazo, entre otras características.
En este último grupo, los investigadores también destacan dos peculiaridades: es el que depende en mayor medida de la agricultura de regadío y el que presenta la menor proporción de zonas protegidas.
Conclusiones
“La principal conclusión es que quizá merezca la pena desarrollar políticas integrales que traten de prestar atención a estas tres amenazas o, al menos, a dos de ellas. Porque, además, cuando se generan políticas que se centran solo en una de ellas, podemos estar generando problemas para ser más resilientes en las otras dos. Por ejemplo, existiría la posibilidad -aunque todavía no se sabe- de que montar grandes instalaciones de placas solares, que podrían crear empleo e incluso contribuir al asentamiento de nueva población, podría tener un impacto negativo en la erosión del suelo, lo que hace que esa zona sea menos resiliente al cambio climático y la desertización”, explica Villamayor-Tomas.
Como él mismo explica, no se trata de solucionar los tres problemas a la vez, sino de que esas políticas traten de explorar las consecuencias que pueden tener en el resto de fenómenos que impactan en la vulnerabilidad de los territorios.