Naciones Unidas calcula que unos 120 millones de mujeres menores de 20 años en todo el mundo “han sufrido diversas formas de relaciones sexuales no consentidas”.

La institución explica que “aunque no se dispone de estimaciones mundiales sobre la violencia sexual contra los chicos, los datos de 24 países predominantemente de renta alta y media indican que la prevalencia oscila entre el 8% y el 31% entre las chicas y entre el 3% y el 17% entre los chicos menores de 18 años”.

Naciones Unidas calcula que 120 millones de mujeres han sufrido abusos sexuales

Día mundial contra los abusos sexuales

Hoy celebramos el día mundial para Prevenir la explotación, los abusos y la violencia sexuales contra los niños y promover la sanación. Un momento idóneo para recordar que “1 de cada 4 niños menores de 5 años vive con una madre víctima de violencia de género a manos de su pareja”, como explica la ONU.

Los niños y especialmente las niñas “corren un mayor riesgo de sufrir relaciones sexuales forzadas o ser víctimas de explotación sexual, abusos y violencia, tanto en línea como fuera de ella”. Una situación que la institución califica de “muy común” durante los conflictos armados.

Estos traumas en los niños pueden incluso equivaler a tortura y otros tratos crueles

Herida de por vida

La ONU advierte de que las secuelas son para toda la vida: “Los menores víctimas y supervivientes de estos delitos pueden sufrir efectos nocivos de larga duración en su salud física, mental y sexual, así como en su desarrollo. Estos traumas en los niños pueden incluso equivaler a tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”.

Una herida de por vida que, además, puede permanecer oculta, porque “muchas víctimas y supervivientes nunca revelan los hechos ni recurren a la justicia, la rehabilitación o el apoyo debido a la vergüenza”. Por eso “el maltrato infantil que han sufrido afecta a su salud física y mental y a su bienestar; y a veces tiene consecuencias para toda la vida”.

Peor para los más pequeños

Aunque la violencia sexual genera secuelas más graves en el caso de los más pequeños, puesto que su impacto “en el desarrollo del cerebro infantil es especialmente preocupante, sobre todo cuando la exposición a ella es prolongada, ya que está vinculada con los consiguientes trastornos emocionales y de comportamiento, así como con problemas de salud, educativos y sociales”.

Entre las consecuencias de la violencia se incluyen “la depresión, los trastornos por estrés postraumático, los trastornos límite de la personalidad, la ansiedad, el abuso de sustancias, los trastornos del sueño y la alimentación, y el suicidio”.

Ventana al optimismo

Las Naciones Unidas abren una ventana al optimismo, al explicar que “cada vez hay más pruebas de intervenciones eficaces para abordar este problema, que se basan en una mejor comprensión de los factores de riesgo a nivel personal, familiar, comunitario y social. También sabemos más sobre los factores de protección, como el fomento de la resiliencia de los niños y las niñas ante la adversidad”.

La institución exhorta a “adoptar más medidas para prevenir la amenaza que supone la violencia para la salud mental infantil y responder ante ella”. Pero reconoce que “sin embargo, hay pocos servicios adaptados a las necesidades de la infancia, aunque los propios menores señalan sistemáticamente la salud mental como una preocupación importante. En consecuencia, pocos de ellos con problemas de salud mental reciben el apoyo adecuado en el momento oportuno”.

El peligro de las redes

Como no podía ser de otra manera, las redes sociales se han convertido en uno de los lugares más peligrosos para los menores. Según datos de Naciones Unidas, “1 de cada 20 hombres admitió haber tenido comportamientos sexualizados en internet hacia niños que sabían que eran menores de 12 años”.

Por eso, los objetivos y metas de su Agenda 2030 buscan “poner fin a la explotación, el abuso, la trata, la tortura y todas las formas de violencia contra los niños, así como la eliminación de todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina, que ponen a los niños en riesgo de experimentar la explotación sexual infantil, el abuso y la violencia”.

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