Dicen que los torneos de eliminatorias son una ruleta rusa. No siempre gana el que mejor fútbol despliega sino el más efectivo. El equipo que mejor se adapta a las adversidades durante los 90 minutos y que comete menos errores suele ser el que se proclama vencedor. Sobre todo, si las rondas del k.o. son a un solo partido, como sucede en las competiciones de selecciones. En medio del caos, suelen gobernar los jugadores más determinantes. Eso provoca que, analizando los ganadores de Eurocopas y Mundiales de los últimos 40 años, no haya ninguna aparente sorpresa salvo una sola excepción. La Eurocopa de 1992 tuvo un ganador que no suele aparecer en la terna de los ‘habituales’: Dinamarca.

La historia de aquella selección danesa es un tanto peculiar. Acudió al torneo de rebote tras no clasificarse de primeras. La sanción a Yugoslavia por el conflicto bélico de los Balcanes (se prohibió su participación en todas las competiciones deportivas) supuso su entrada para aquella Eurocopa. Algunos jugadores de la plantilla estaban en la playa de vacaciones y se vieron obligados a pausarlas. Es cierto que Dinamarca contaba con casi todas sus estrellas, pero la más importante, Michael Laudrup, no acudió al torneo por discrepancias en el estilo de juego con el entrenador, Richard Möller Nielsen.

 

Firmaban hacer un papel digno

Con este panorama se presentaban los daneses a la gran cita. Brian Laudrup, hermano de Michael y pieza clave en la selección admitió años después que el sentimiento en el vestuario no era el de una selección que se veía levantando el título, pero el seleccionador se encargó de motivar a la plantilla fijando el objetivo de ganar la Eurocopa. Al principio, la plantilla no podía creer sus palabras, pero el tiempo le dio la razón a Nielsen.

En aquel entonces, la fase final de la Eurocopa solo la disputaban ocho equipos divididos en dos grupos de cuatro. Dinamarca estaba junto a Inglaterra, Francia y Suecia, lo que minimizaba aún más sus posibilidades. Los daneses empataron a 0 en el primer partido ante Inglaterra y cayeron contra Suecia por la mínima en el segundo. El pase a semifinales se decidió frente a Francia en la tercera fecha y los tapados de la competición no fallaron. Los franceses, que contaban con estrellas como Blanc, Papin, Cantona o Deschamps, no fueron capaces de vencer a los daneses, que pasaron a la siguiente ronda.

 

Países Bajos, un coco en la semifinal

Las semifinales suponían un reto aún mayor. Países Bajos fue el rival. El vigente campeón era prácticamente un imposible debido a la presencia de varios de los mejores jugadores del mundo. Los holandeses tenían en la plantilla a Van Basten, Koeman, Gullit, Rijkaard, Bergkamp… y se sabían en la final antes del pitido inicial, pero Dinamarca no había dicho su última palabra. En un ejercicio de resistencia épico, llegando a ponerse dos veces por delante en el marcador, Dinamarca llevó el partido a los penaltis.

Peter Schmeichel, MVP de la Eurocopa 1992. Montaje de elaboración propia

 

En la tanda emergió de nuevo la figura del que fue el héroe de aquella Eurocopa: Peter Schmeichel. Los porteros no acostumbran a copar las portadas. Siempre en un segundo plano salvo cuando fallan. De hecho, en aquel partido el danés cometió un error en el 1-1 de Bergkamp, pero su actuación fue tan estelar que poco importó. Marco Van Basten cogió el balón para ejecutar el segundo penalti. Parecía imposible que la leyenda holandesa no acertara en su lanzamiento, pero ocurrió. Schmeichel leyó las intenciones del atacante y paró el tiro. Dinamarca estaba en la final.

 

Alemania tampoco pudo con Schmeichel

Alemania fue el rival en la gran cita y Dinamarca ya se creía capaz de lograr la gesta. Y así fue. El día 26 de junio de 1992, los daneses dieron la campanada en Gotemburgo. Alemania salió fuerte, buscando un gol tempranero, pero Schmeichel se mostró imbatible. Para la sorpresa de todos, Jensen hizo el primer gol de Dinamarca en el minuto 18, lo que dio energía a los de Nielsen para aguantar la embestida alemana. Los germanos pudieron empatar en varias ocasiones, pero el guardián de la portería danesa cerró con llave y sostuvo a su equipo. El partido siguió 1-0 hasta el minuto 78, donde emergió la figura del otro gran héroe de la gesta.

Kim Vilfort, pieza clave en el centro del campo de Dinamarca, había conocido poco antes del comienzo de la Eurocopa que su hija pequeña, Line, de siete años, había enfermado de leucemia. El jugador estuvo a caballo entre Brondby, su ciudad, y la concentración de la selección. De hecho, se perdió el partido contra Francia porque la situación de su hija empeoró. Fue ella quien animó a su padre a regresar con el grupo y disputar los encuentros decisivos, y el destino quiso que Vilfort, tras un gran disparo que dio primero en el poste, anotara el gol definitivo con el que Dinamarca ganó su primer título importante. Pocas semanas después, Line falleció.

La Eurocopa lograda por Dinamarca ejemplifica perfectamente la magia de este deporte. Cualquiera puede ganar, pero también perder. No siempre el favorito se lleva los títulos, y muchas veces, estos son más recordados si es así. En Dinamarca, este campeonato dejó una huella que quedará de por vida en los corazones de todos los que lo vivieron, que contarán orgullosos a las generaciones futuras como un grupo, que estaba de vacaciones en la playa, logró lo imposible.

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