Les prometo que el titular del artículo no se atañe a la definición del anglicismo “clickbait” tan usado y tan frustrante en muchas informaciones que, finalmente, no responden a lo anunciado con un cuerpo de letra más destacado. No se trata de un ciberanzuelo (traducción más o menos exacta del término en cuestión) sino la continua reflexión de los analistas y la realidad que acontece día a día en los mercados financieros. En términos políticos esto se definió como “cuanto peor, mejor”, algo muy utilizado por la oposición política de distinto signo y en términos empresariales y de Bolsa, es habitual que las compañías reaccionen al alza en los mercados cuando anuncian ingentes despidos de personal.

Esto ya se está produciendo. Por ejemplo, el confinamiento exhaustivo de más de 20 millones de personas en la provincia china de Shangai representa un alivio para el mercado del gas y del petróleo que recogen caídas en sus altos precios. Si China se paraliza algo, si crece menos por culpa de su política de “covid cero”, se convierte en un elemento positivo por cuanto descarga tensión sobre la demanda de ambos combustibles fósiles que ven caer sus precios. Esto es el presente concreto.

Pero las expectativas financieras también se mueven en esta línea. El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisaba a la baja el crecimiento de las economías como consecuencia de la guerra de Ucrania y de la carestía de la energía. Aun así, se prevé que todavía sigan creciendo después del parón del Covid-19 y eso augura que los bancos centrales deban subir los tipos de interés con intensidad para frenar una inflación desbocada. Subida de los precios no solo atribuida a la abundante liquidez de la reciente política monetaria sino, sobre todo, a los problemas de la oferta. Si hay menos oferta, los precios suben.

Las subidas de tipos están a la vuelta de esquina. En marzo, la Reserva Federal estadounidense ya comenzó esa senda y esta misma semana su presidente Jerome Powell anunciaba nuevas alzas en mayo que podrían ser de medio punto. Por su parte, el vicepresidente del BCE, nuestro compatriota De Guindos, no descartaba la posibilidad de empezar a subir tipos el próximo mes de julio, cuando antes no se preveía un alza hasta comienzos de 2023. En todo caso, este año desaparecerían los tipos negativos.

Unas subidas de tipos con sus efectos negativos. El Euribor ya está en niveles de 2015 (+0,084%), encareciendo las hipotecas y los bonos españoles a 10 años se asoman al 2% de rentabilidad, mientras que los estadounidenses se acercan al 3%. Recordar que hemos estado en niveles cercanos a cero en estas referencias no hace muchos meses. Una forma de eliminar esta amenaza de tipos más altos y, por tanto, de créditos y deudas más caras es que las economías dejen de crecer. Lamentable solución, tal vez, pero única posible que actualmente ven los analistas.

El tema también podría extrapolarse al mundo de la alimentación. Ya se aprecian las fuertes subidas de los precios en los lineales de los supermercados. Pero el tema es aún más preocupante para los países más pobres. De seguir así los precios energéticos, se estima que 500 millones de personas podrían engrosar la lista de los hambrientos. La causa se encuentra en el encarecimiento de los fertilizantes que tanto en sí mismo como en su producción precisan de combustibles fósiles. Los precios se han disparado, lo que unido a los problemas de suministro de Rusia y Ucrania como grandes graneros de Europa y del mundo, complicarían esta situación. Las materias primas de la alimentación se han disparado también.

De nuevo, la solución se encuentra en que las economías dejen de crecer y consuman menos gas natural y menos petróleo. De esta forma, los precios volverían a caer y los costes de los agricultores caerían notablemente, abaratando el precio de estas materias primas. Nos encontramos, pues, en una disyuntiva económica plagada de paradojas. Cuánto peor nos vaya, mejor nos irá.